IsLa dE lUz

Les costaba ponerse de acuerdo. De hecho, rara vez estaban de acuerdo. Discutían todo el tiempo y se desafiaban todos los días. Pero a pesar de sus diferencias tenían algo importante en común: estaban locos el uno por el otro.


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Ella no eligió vivir en soledad a la luz de una velas que se agitan  rabiosas, haciendo ademán de apagarse cada vez que una ráfaga de viento rompe trozo a trozo las ventanas de esa casa que durante un tiempo fue testigo mudo de la vida de las personas que habitaban las cuatro paredes de aquella  mansión.
En una esquina, siempre enroscada en una manta y con aquellos ojos vivarachos atentos a cada movimiento intentaba vivir   sobrevivir día a día esperando que el presente fuera un punto y a parte en esa constante prueba de existencia y resitencia que se presentaba ante ella como la montaña a escalar más alta que te puedas imaginar, como esa pesadilla que tienes una y otra noche; de la que te despiertas agitada y deseas que solo sea eso, un mal sueño, y descubres que ... sorpresa eres tu, es hoy, será siempre aquello que lleves contigo en tu cabeza, susurrando en tu conciencia, gritando a cada paso, haciendo sombra a cada decisión.






              SHHHH... en silencio y sin cruzar una palabra, solamente una mirada es suficiente para hablar.