Mi libertad.
Tu silencio.
La letra de ese bolero
que no llegaste a escribir.
Comprando conchas de mar
de plenilunio vestidas,
entre nueces por barquitos,
me paré mirando al mar,
en la esquina de tu sueño,
sabiendo que a aquella cita
no acudirías jamás.
Y pensando en ti,
siento que existo
como un adoquín
entre algodones,
de oscuras sangrías,
de fe sin ilusiones.
Pero sigo pensando en ti.
Tu libertad.
Mi silencio.
Las letras que se perdieron,
amaneceres de fuego,
que te negaste a sentir.