Siguiendo la iniciativa de Molí del canyer sobre escribir, mi aportación es la siguiente
Llevo un rato contemplando, absorta, la pantallita del
portátil. He abierto un nuevo documento word. De pronto, aparece una letra.
Luego otra. Las siguen otras más. Parece que se deslizan por un tobogán y vayan
a caer a una sopa, o una piscina, que en este caso es una página que fuera
blanca y que se va llenando de simbolitos en tinta negra. Forman palabras.
Luego se van separando o juntando formando frases, acabando por ser expresiones
con estructura gramatical. Son párrafos que reflejan ideas, o sentimientos, o
historias, inventadas casi siempre. Ahora veo cómo se forma el cuento de un
lápiz infantil, que dibujara letras en un cuaderno de caligrafía
"Redondo", con el recuerdo de la mano de nena presionando con el
entrecejo fruncido. Se esforzaba por escribir bien. Era una niña buena.
Pasó el tiempo, llegó la universidad, y la prisa por toma notas fue elongando los trazos, hasta formar palabras casi imposibles de identificar. Luego hizo su aparición la máquina de escribir, con los papeles de calco, los típex como borradores ante los errores, y los folios que tenían que tirarse por errores muy gordos. El tiempo siguió su curso y el ordenador llenó los escritorios. Esas teclitas me hechizaron, ya que, mágicamente, sin tinta, sin papel, sin más soporte que una pantalla, escribían. Pudiendo corregir todo, absolutamente todo. Se acabaron los borrones de las plumas estilográficas, los dedos sucios del calco. Se acabaron los folios arrebujados en las papeleras, se acabaron los errores, y hasta los fallos ortográficos, gracias a unos correctores muy listos. Me los imagino en el ordenador, enanitos diminutos y diligentes, esperando a que me siente y empiece a meter la pata. Entre ellos se explican mis despistes, mi hambre al comerme letras o conjunciones, y cuando guardo el documento, se me ocurre que abren alguna cerveza y bailan en ese espacio pequeño del teclado, esperando que vuelva en otro momento a seguir haciéndoles trabajar-
Compruebo que los pensamientos se transformaron en este texto que justo ahora concluyo.
Palabras 328