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Tomado de Google |
P. Oteando la acera de la Mona Lisa te vi, con El País en la mano, revisando un par de veces el reloj. Observé tus llamadas al móvil, para ver cómo te sentabas al fin, asumiendo que ella no acudiría. Ese teléfono había sido dado de baja, porque los amores valientes, a veces, acaban así.
A. Llamadas perdidas, que llenan un vacío entre dos seres, que no se encontraron cuando se perdieron y que al intentar descubrirse, las aguas del olvido se les llevaron por delante.
P. Las aguas del olvido se remansaron en Andorra, ante un fuego cálido entre exceso de nieve, exceso de ocupaciones, exceso de prejuicios, exceso de sinsabores, para retomar la calma de los latidos acompasados a los besos, de un pasado posible por construir desde el ahora.
A. Con tantos excesos, no era extraño que sus latidos se aceleraran más de lo permitido, al compás de los besos prometidos.
P, Promesas de tierra y lunas, besos de aire y sueños. Compases de un vals de ida sin vuelta hacia lugares donde descalzar los silencios. Para llenarlos de miradas, y de deseos.
A, El frío invierno, no hacía sino atemperar el fuego, que su pasión hacía crecer en unos cuerpos enfebrecidos, llevados por el compás de un vals, a un zenit de convulsa satisfacción.
P. La dama que tanto tardó en llegar estaba en la antesala de los sueños de la pasión con gabardina, y los aperitivos de gambas, de besos furtivos vestidos para la ocasión. El hombre de tibia mirada se quemaba antes de que la parrilla estuviera en el asador de los aromas de té y amor.
A. Nada le hacía esperar tan alto reconocimiento por la parte contratante de un cantar alegre y furtivo que amenizaba su espera con acordeón y pasodoble, mientras las miradas iniciaban una y otra vez un fuego incendiario que sólo quemaba sus almas encadenadas.
P, A unos mangos y cucharas en la cocina de los deseos por preparar, entre fogones sin fuego que empezaban a demandar ser encendidos, con el fuego de la amistad. Pasaría el tiempo y los ingredientes hallarían sus sitios, pautas, poesías, para hacer una ensalada de besos y sin mantel
A, Los manteles se los pusieron de capas, los escurridores de cascos, y con los rodillos de amasar, marcaban su autoridad. No hay mejor juego que el que se inicia improvisando y acaba con reglas por estrenar.
P, Entre utensilios de cocina que se aviene a jugar con las manos de los sueños, con la tinta de calamar, o con los ojos de los peces que no supieron amar
A, Mil mensajes escritos, conformando un poema de amor, que los pobres peces, incapaces de recordar, contemplan en el fondo de un paella, donde se ha guisado una canción llena de esperanza.
P, Con las patas de las gambas, los bigotes de los peces, las alas de un pollo artrítico y dos huevos de faisán. La cocina sin hebillas ni botones por desabrochar, espera impaciente el día en que empiecen a gozar de los cazos por sartenes, con una pizca de sal.
A, Así, desnudos frente al guiso, con sus cuerpos en permanente estado de alerta, contemplan su creación, esperando el punto justo de cocción, en los granos muestran su individualidad, estando unidos apasionadamente.
P, En un mar de sal marina, bajo las luces divinas de unos neones muy torpes, que dejaron a oscuras la caja de provisiones, dejando que la penumbra permitiera el acomodo de dos sombras lunares que se dieron un antojo. ¡La bombonera quedó temblando ante tan sonoro asalto a oscuras!
A, La coctelera, nunca había sido agitada con tanta pasión, la masa de harina, no se convirtió en pastel, pero sí en un buen acomodo, como fino colchón, para arrumacos incontrolados y descubrimientos de sueños compartidos.
P, De peces de colores conocidos, del uno a otro confín, aunque la luna rielaba, la noche era fría y esquiva de luna clara, así que colorín colorado, que el pastel por hoy se ha acabado, que Morfeo anda presto en sujetarme en sus brazos. Bona nit.
A, Los cuerpos sudorosos y exhaustos, a punto de rebozado, envidia de los calamares a la romana, ceden sus fuerzas al abrazo de Morfeo, que sigilosamente se los lleva, siguiendo la senda que la luna ilumina. Telón
El encadenado, febrero 2015