Foto tomada de Internet |
Abro los
ojos mientras giro la cabeza, y en tus latidos se desborda el ritmo que persigue
el sueño de perderse entre mis piernas y mi cintura.
Anochece tras las ventanas, mientras el galope que iniciamos sigue su curso hacia el vacío de buscarnos y la saciedad de encontrarnos.
Como dos ciegos, entre olas y vaivenes de raso azul. Nos dejarnos arrastrar por el tobogán de los espasmos que nos hieran sin dolor. Escasos ruidos. Puro y limpio encanto de mareas que lamen la playa de los remansos. Una y otra vez en busca de la línea del mar que dibuja el oleaje.
Cuando en una dimensión no escrita, nos rendimos, se rinden las farolas, dejando que la luna alumbre la habitación de los sentidos.
Aquella de donde no queremos salir, por permanecer una noche más, con el corazón vencido.