Un homenaje en el Monasterio de San Pedro de Las Dueñas
Esto de recorrer la provincia de León, en busca de los palomares que nos quedan en pie, tengo que reconocer que aparte de pasármelo muy bien y llenarme un montón lo que estoy haciendo, tiene otra pequeña gran ventaja, la cantidad de gente que se conoce a su paso con sus anécdotas y los lugares que ello conlleva. También es bueno hacer un alto en el camino y anotar el Monasterio de San Pedro de Las Dueñas como parada obligatoria para ir a comer un día y así lo hice, buscamos una escusa cualquiera para invitar a nuestras mamis y allí nos plantamos los cuatro a comer. Hay que llamar con antelación para reservar mesa, es un Monasterio Benedictino de finales del siglo X principios del XI en el que cada piedra está cargada de historia. Un sitio muy bonito para los ojos y a la vez emana mucha tranquilidad, que a veces es lo que se busca, ya que últimamente parece que tenemos mucha prisa por vivir. Las monjitas que nos atendieron unas mujeres de lo más entrañables y simpáticas