No hay un mecanismo artificial que justifique el acercamiento entre las
paredes opuestas. En realidad no se mueven, tan sólo son alucinaciones. Tampoco
se desploma el techo. Ni las ondulaciones del suelo están provocadas por
una terrible tempestad. Por supuesto, tú tampoco existes. El contacto de
mis manos en tu piel, dulce, porque no sólo es suave, es dulce porque la he
probado. Te he embadurnado de saliva sin reproches por tu parte, he
lamido desde tu frente hasta tus pies escuchando la melodía de tus gemidos, a veces reprimidos, otras sin contención,
jadeando de placer. He sentido tu humedad en mi boca, tu saliva y también tu
lubricidad. Mis espasmos y los tuyos, acompasados, abrazados, fundidos
con los ojos cerrados , perdidos en oasis de placer. El desierto de la rutina y
la monotonía se quebranta con nuestros encuentros. Palmeras y agua, espejismos
de un mundo irreal. No fue Dios quien te creó, fui yo que siendo ateo supe
crear el mundo a mi imagen y semejanza. Ficticio, tanto como la vida
paralela que discurre ajena a mi viaje extraterrenal. ¿O es real ese mundo en
que la vida pasa sin pasar?.¿Es real ese mundo en que no existes y solo existe
mi soledad?.
Sol infinito sin nubes en el horizonte. Campos y mares, verdes y
azules. Días sin noches, luz eterna. Y tú, también eterna. Desnuda,
desnudos los dos. Para siempre, o eso creo yo.
Me citas junto al mar. Mañana.
— ¿Y qué harás
mientras tanto? – te pregunto ingenuo.
–Pasear, volar sobre estos campos infinitos de trigo y amapolas, de
naranjos y robles y olivos plateados. Y más tarde nadar hasta alcanzar la roca
de las sirenas, atraída por su hipnótico canto y sus bellas voces. Y
beberé el zumo de granadas y limones o naranjas. Y sentiré el olor de azahar y
jazmín o del cilantro y de las madreselvas, aunque no hayan noches por tu capricho de los días
eternos.
– ¿Y después?
– Contaré las horas y minutos, hasta los segundos, para saber cuánto tiempo
falta para reunirme contigo. Junto al mar.
– ¿Y por qué quieres entonces pasear
y volar o nadar?, ¿Para qué quieres beber
zumos o envolverte de olores si luego pasarás el tiempo contando el mismo para
saber los segundos que faltan para reunirte conmigo?
–Porque necesito echarte de menos, conocer el dolor de tu ausencia, y aunque
pasee o esté nadando o rodeada de olores y sabores maravillosos, nada,
absolutamente nada, me colmará de felicidad como tú lo haces.
Y dejo pasar el día sin su noche, el tiempo sin referencia, sin
sombras ni lunas o estrellas. Y vuelo hasta el mar. Y escucho a
las sirenas que cantan y aletean su cola
nerviosas. Y las olas del mar que sisean tranquilas. Y a ti, también te
escucho a ti, junto a la roca de las sirenas, pidiendo auxilio. Te ahogas.
Tus manos se agitan solicitando ayuda. Yo te he creado, yo te he dado
la vida. ¿Quién se atreve a arrebatarme a lo que más quiero de este
mundo? ¿Para qué quiero estos campos y mares, este sol permanente y los
susurros de las olas? Permanezco en la arena contemplando tu terrible muerte.
Las burbujas de tu adiós se pierden ante mi impasibilidad. Y despierto de
nuevo en esta habitación de paredes acolchadas que se estrechan, y de techos y
suelos que se desploman.