No eran los mapas de un tesoro lo que dibujaba aquel pirata bueno, no, eran mis mapas mentales lo que transcribía en aquella pared del fondo, como si lo viera claro, decidida salí a buscarte y entre los matorrales secos de aquella tierra árida, dos caminos que se cruzan; es esa cruz en el dibujo, en ese mismo punto de la intersección que fuí a dar contigo: ay cariño mio, luz de mi vida, mi delirio, por fin te encuentro. Solo tú, tu solo y esa pena que traías contigo, maldita sea. Mi alma llena de júbilo, mi corazón gozoso de alegría, felices por el hallazgo corrieron hacia tí nada más reconocerte. -Si Amor, soy yo y estoy aquí para quererte mucho, para comerte a besos enterico -, fue mi mensaje de bienvenida, así, tan claro y preciso, despues mi cuerpo, que se vistió de paciencia para acompañarte en ese duelo que por entonces tanto te desvelaba. Esperé largas noches en esos días tan oscuros a la vera de tu ventana, como un perrillo faldero ansioso y fiel a su amo, hasta que se curaron tus heridas y se fué tu tristeza... a tomar viento. Preparé mi casa, organicé mis quehaceres, salí a comprar el pan, y como no sabría hacerlo de otra manera, te abrí las puertas de mi vida de par en par, sin condiciones. Y desde ahí que tú, erguido ya, sin titubeos, diste el primer paso y entraste dentro como brisa fresca de la mañana, como fuego que busca la brasa para arder, pero sin quemarse, vaya pasión... (ahora que lo pienso). Sin promesas ni comprometidos anduvimos un trozo del trayecto, en linea recta, luego vieron las curvas, las subidas y bajadas por los caminos de la razón. Ahora no sé cuanto tiempo ha pasado desde aquel día, me duele contarlo desde que te noto algo distraido, a ratos tan ausente... que no logro verme en tus ojos Amor, que existe esa duda, que una interrogación, la pregunta de siempre...¿tan poco eres tú?¿tú tampoco?