Gracias a
Laura, por fin pude leer
Els diaris d'Adam i Eva,
de Mark Twain que tenía en mi wishlist desde hace mucho tiempo, pues no
hacía más que leer buenas críticas.
Los Diarios de Adán y Eva resulta una muestra de pura
genialidad, poesía y humor combinados. Nada más abrir el Diario de Adán recibes una
bofetada de humor, ingenuo en apariencia, descarnado conforme pasan los
párrafos. El primer fragmento de Adán lo inició Mark Twain en 1892 y lo publicó al año
siguiente para un volumen especial en que varios escritores trataron
sobre las Cataratas del Niágara, con el pomposo título de “La
primera y auténtica mención de las cataratas del Niágara. Extractos del
Diario de Adán. Traducido del original por Mark Twain.”
Doce años después, ideó un Diario de Eva en memoria de su esposa muerta.
Frente al personaje cómico del hombre, a ella le atribuye una
encantadora ingenuidad y una tierna curiosidad por el mundo que la rodea.
Es un retrato de su esposa, un canto nostálgico al paraíso
perdido.
La primera parte la narra Adán, un hombre poco
afecto a los ruidos y al trabajo. Su calma se ha visto alterada por la
aparición de una criatura misteriosa que se ha dedicado a poner nombres a todo. Nos
describe cómo conoce a Eva y cómo es la convivencia con ella. Resulta
realmente divertido, en especial la parte de sus hijos, que tienen al
pobre Adán descolocadísimo (piensa que son peces, luego canguros e incluso osos).
La parte de Eva, y
las posteriores que cierran el libro no son tan agudas pero dan al libro una visión de conjunto. Aún así el personaje de Eva como contraposición a Adán es genial. Al principio
ella se maravilla de todo lo que existe: el pelaje de los
animales, los diversos colores, la luna (¡que le apena tanto ver
desaparecer!), las estrellas, este hombre que le huye (y ella dice que
le habla y usa mucho el “nosotros” porque cree que eso lo halaga, cuando
en realidad, Adán se siente invadido y se pregunta ¿cómo que
nosotros?!!!). Eva descubre el fuego, y cuida de no parecer más
inteligente que Adán y herir así su ego.
El libro transmite el placer del
descubrimiento, por la inocencia con la que ambos descubren el mundo y
se descubren a sí mismos y al otro. Se sorprende Adán que estaba acostumbrado a estar solo en el Edén, hablando en plural:
“¿Tendremos? ¿Nosotros? ¿De dónde he sacado yo esto de nosotros?”.
Me fascina la agudeza y facilidad con la que Twain pasa del humor, la crítica social o sutilezas de este tipo: “Anoche se soltó la luna, se deslizó hacia abajo y cayó fuera
del artilugio. Fue una pérdida muy grande, y sólo con pensarlo se me
destroza el corazón”.
Una curiosidad: Este pequeño libro estuvo prohibido durante 105 años por unos dibujos
que tenía y eran considerados indecentes. El libro que yo he leído no los
trae pero en la versión digital de
proyecto Gutemberg pueden verlos.
Fuentes: