¿Ves, Señor? esta madrugada no vengo a pedirte nada. y no es porque no lo necesite que Tú sabes cuales son mis necesidades, es, Dios mío, porque de repente, este soplo de aire que se ha colado por mi ventana, alejando el calor que tuvimos en el día, ha llenado mi alma de paz. ¿Sabes? siempre he pensado que con el aire o el viento, Tú venías o me traías algo de ti. Hoy lo creo con más fuerza, han ocurrido cosas últimamente que me inquietaron y angustiaron mucho, rezaba, pedía y lloraba... , pero la angustia no desaparecía. Hace unas horas mendigaba oraciones, todas las iba acumulando, agradeciendo y acumulando, cuando me senté junto a la ventana abierta y más me sofocaba el calor, de esa manera que ya ni lo sientes, apareció de improviso tu ráfaga liberadora de sudor externo y de ese otro interno que, a veces, se transforma al mismo tiempo en externo.
Vino el aire y todo aquello, fruto del cariño de los amigos, que yo guardaba entre mis manos para contemplarlo, para mimarme con ello, todas esas oraciones y muestras de cariño que me enviaron hechas palabra, se me escaparon hacia el cielo de la noche, yo lo vi, vi como una a una subían hacia las estrellas y segun ascendían, en mi alma penetraba poco a poco la paz que, sin buscarla, me llegó por tu viento suave de noche de Julio. ¿Presagio? ¿Aceptación?: Paz, sólo la paz de saber que hoy, aunque yo no me he caído, Tú, Amor del alma mía, me has tomado entre tus brazos.