Qué loco, ¿no? Al final tenía razón mi gran
compañera de trabajo, la ‘biodanzarina’, con todo aquello de que uno atrae lo
que piensa. Ojo… hasta ahora tengo muchas evidencias de que se cumple para lo
malo y demasiadas esperanzas para que se cumpla con lo bueno.
Pero, ¿por qué arranqué con esto? Pues bien,
ya que vinieron les cuento. Qué les digo que luego de muchas cuentas y
demasiado pensarlo opté por hacer mi vida un poquito más fácil, al tiempo que
me la complicaba bastante. Decidí comprar un auto… pero, ¿cómo han cambiado
todas las cosas?
Yo que sé, hace algunos años, quizá no tanto,
querías comprar un teléfono celular y elegías entre tres cosas que parecían
ladrillos, cuál te gustaba más. Los tres tenían las mismas características que
eran discar números y almacenar hasta cuatro de ellos. Ahora ya ni de
características hablamos… ahora se les dice ‘prestaciones’.
Antes querías comprar un televisor y elegías
el chico o el grande (creo que ni de pulgadas se hablaba); y si eras audaz
decías “¡y lo quiero a color!”. Ahora tenes que ponerte a pensar cuantos
pixeles querés ver en tu pantalla, si querés un sonido envolvente y además (y
esto es muy complejo) si lo querés hecho de tubos catódicos, de diodos emisores
de luz o de cristales líquidos.
Creo que con los autos pasa algo similar…
ojo, hablo de oído. Debido a que no soy aún tan veterano como parar saberlo y a
que este vendría siendo mi primer auto, no tengo forma de estar seguro de lo
que voy a decir. Igualmente lo diré con la certeza de los ignorantes, esa
certeza que tanto me apasiona (otro gran compañero de trabajo y mejor lector me
ha dado cátedras de este tema).
Yo creo que antes seguramente elegías el
‘auto barato que venga con cuatro puertas’ y listo. Clink, caja. Ahora no es
tan fácil… ahora el ‘auto barato que venga con cuatro puertas’ coincide con la
descripción de 250 vehículos, según desde donde se lo mire. Así me encontraba
yo, con una lista de 20 autos que eran ‘chicos’ y ‘de menor precio’
(convengamos que no soy un tipo muy pudiente… cosa que se verá más adelante con
mayor profundidad).
Autos de todos los colores, todas las
nacionalidades y razas… ¡que no se diga que uno anda discriminando por ahí!
Bien… tenía que optar y en base a reglas completamente inexplicables reduje la
lista a tres. Deben saber que uno de ellos me gustaba mucho y los otros dos
tenían una financiación de lo más interesante, pero no nos adelantemos.
A su vez estos tres autos eran los únicos
(descartando uno que no me gustaba nada… no le veo el sentido a tener un pájaro
dentro de un reloj a cuerdas y dentro de un auto… es demasiado loco) que
quedaban por debajo de una línea monetaria que denominaremos ‘línea de mi
pobreza’ y que la fijaremos en la moneda halcones. Digamos que esa línea la
tracé en los 30.000 halcones (sepan desde ya que no les voy a decir cuantos
dólares equivalen a un halcón… pero aclaremos que el halcón no es una moneda
muy fuerte).
Así que ahí tenía tres autos, que en sus
versiones standard salían menos de 30.000 halcones. Y así, como al pasar, acabo
de mencionar un problema muy grande y grave que impera en nuestra sociedad… la existencia
de lo standard y lo full y la posible transformación del uno en el otro.
Volvamos… debido a que me resultaba más
confiable la opción ‘S’, de las tres que tenía, por su historia y marca, centré
mi completa atención en este vehículo. Mi idea era comprar el standard puro,
que no traía nada más que las ruedas y el volante. Este costaba 28.000
halcones.
Ahí apareció mi vendedor, también conocido
como ‘Lengua de Serpiente’, que haciendo honor a su nombre comenzó a decirme
frases como “ah, pero por 200 halcones extra tenes los pegotines oficiales de
la empresa” y ofertas del estilo. Uno es débil y cae en este tipo de trampas.
Así empecé a imaginarme mi auto lleno de
calcomanías, total salía cada una 200 halcones más nomás. También podía
agregarle tres bocinas, así podría hacer música según mi humor, las llantas de
Ben 10, y algunos chiches más. Al finalizar la lista y consultar por el precio
de mi ‘auto barato con cuatro puertas’, Lengua de Serpiente me informó que este
me saldría 40.000 halcones.
Pueden ver el gran problema que tenemos, ¿no?
Un auto de lo más porquería te lo transforman en un auto de lo más porquería,
con llantas de Ben 10 y calcomanías de los halcones galácticos (primos segundos
por parte de padre) y te cobran un disparate por algo que no lo vale… les digo
desde ya, no caigan en estas trampas.
Pues bien… feliz estaba yo de imaginarme ya
dentro de mi hermoso auto color fucsia con llantas de Ben 10 cuando surgió el
primero de mis problemas. Claro… yo no contaba con esas 40.000 piezas de
halcón, por lo que decidí recurrir a mi banco amigo. Este me ofreció algo
increíble (viniendo de un banco)… darme plata por dos años y no pedirme más que
lo que me dio.
Me darían 20.000 halcones y no me pedirían
nada más… bueno, nada más que esa plata, con los ajustes correspondientes
debido a la inflación, sumando un pequeño costo por el seguro de mi vida. Y
allí fui yo a hablar con mí ejecutivo de cuentas (hasta ese día no conocía a
ese señor y hoy ya no recuerdo su nombre).
Todo era perfecto… según él pensaba podrían
otorgarme ese monto y con esas condiciones. Con una sonrisa me retiré del banco
y señé el auto. Ya estaba mucho más cerca… tendría mi medio de transporte en
poco tiempo… a decir verdad me hacía feliz la posibilidad de que en muy poco
tiempo no debería cruzarme más con la chusma en esos contenedores de ganado
llamados ómnibus…. Lengua me prometió mi auto en el correr de la siguiente
semana.
Por esto empecé a correr… tenía que concretar
el préstamo muy rápido, tenía que coordinar el seguro. Tenía que hacer mucho en
pocos días ya que no podía permitir que llegara el auto y yo no estuviera
preparado.
La ausencia de noticias de parte de mi
querido ejecutivo de cuentas fue indicio suficiente de que todo había salido
bien y que podía ir a retirar mi nueva plata. Era increíble… haber hecho algo
sin que se diera ningún revés… algo casi nunca vivido.
Al presentarme y luego de algunas esperas,
llegaron los papeles para que los firmara. Recordaran que había solicitado
20.000 halcones… pues bien, el papel que querían que firmara para darme el
dinero informaba que yo habría de devolver 25.000 halcones. Esto me parecía un
error o un horror.
Consulté al respecto y me informaron que la
póliza de seguro costaba esa diferencia de plata… lo que me hizo sentir un
sudor frío por la espalda. ¿Cómo podía ser que yo, que hasta donde se soy un
tipo dentro de todo sano, tuviera que pagar un seguro por la cuarta parte del
valor del pr��stamo?
No lo comprendí… y estaba a punto de firmar
cuando detuvieron todo y reconocieron su error. Le habían errado por algunos
ceros… el horror del que hablaba antes.
Corregidos los papeles me fui del banco pero
ya no con la sonrisa que venía de antes. Claro… este temita, que no había
llegado a nada, había sido un susto innecesario. Tampoco me dejaba muy
tranquilo que no me hubieran dado la plata… esta fue directamente a parar a la
empresa de Lengua.
Empecé a presentir algo extraño… y no es que
sea un tipo perseguido… pero claramente se veía una trampa en el horizonte.
Una semana antes que me “entregaran” el auto
visite a Lengua para confirmar ciertas cosas y quedar a sus órdenes para el
momento en que llegara mi amado vehículo. Allí sucedió algo feo… entre algunas
cosas que me informó lengua, agregó el dato de que ‘si tuviera diez clientes
como yo se mataría’.
¿Qué flojito, no? No me digan que ustedes
piensan que yo puedo ser demasiado molesto… no me lo digan, por favor… lengua
me hirió lo suficiente.
La trampa estaba colocada y yo ya estaba
parado en el medio de ella. Quizá no lo imaginen, pero el auto no llego la
semana siguiente, y a decir verdad la semana que vino después de ella mi gran
amigo Lengua de Serpiente estaba de licencia (había omitido comentármelo el
tontuelo… un error menor).
Llegó la tercer semana y yo ya estaba a punto
de tener que pagar la primera cuota de un préstamo por plata que nunca había
visto y que dudaba si llegaría a ver, cuando se me informó que el auto
demoraría un poquitín más en llegar, digamos que otras dos semanas.
Yo la verdad que no sé qué experiencia tienen
en comprar autos mis lectores (y amigos, por supuesto…aunque ustedes no
quieran), pero me viene pareciendo que es un tanto difícil comprar un y solo un
auto en este mercado.
Luego de hablar con Saruman (que vendría
siendo el jefe de Lengua de Serpiente) por un largo rato, conseguí que me
asegurara que iba a hacer lo posible de tener el auto en una semana y 6 días,
lo que en comparación con las dos semanas originales era una gran mejoría. Así
que le agradecí de corazón ese gran esfuerzo que le iba a poner al intento de
conseguirme el auto mucho antes y me dispuse a llorar solo en un rincón.
Y espere… espere… los días se transformaron
en… ¿en qué se puede transformar un día? ¿Tiene sentido que se transforme en
algo? Bueno… cuestión que se fueron varios días más y llegó el día de ayer (que
a decir verdad fue el mes pasado… este texto ya quedó medio viejito). Ayer
alguien se intentó contactar conmigo para decirme que estaba todo ‘casi’ pronto…
que solo faltaban ajustar unos detallecitos.
Nuevamente empecé a rezarle a todos los
dioses que he conocido (incluso los que solo tengo de vista). El auto se me prometía para hoy…
hoy sería mi día D…
No pude ni dormir pensando en lo qué vendría…
y mi dios si se venía algo. Amanecí aceleradísimo… en la calle mientras
conducía el auto de mi papá casi piso tres monjas (seguro que el dios al que
correspondían las mismas ya no iba a intentar ayudarme mucho… y viendo como se
dio todo estaría en condiciones de afirmar no solo que existe al menos un dios,
sino cuál es y que en caso de haber más de uno, este es el más poderoso) y
estuve a centímetros de darme contra varios camiones.
Pasó la mañana y nada… almorcé con un nudo en
el estómago (aunque confieso que ese lo tengo hace días y no se si tienen que
ver una cosa con la otra). A media tarde vibró mi celular de n mil
prestaciones… eran ellos, lo sabía (en particular porque mi celular suena muy
poco y menos aún de un número desconocido… bah, salvo cuando me llama una
señora que deja mensajes a los gritos de ‘Gloria, ¡atendeme! ¿Qué pasa que no
me atendes?’… no se quién será Gloria, pero estaría bueno que empiece a pasar
su número de teléfono en lugar del mío).
El auto estaba pronto… solo faltaba
llevármelo. Una nadita… ahí, ahí estaba… ya casi era feliz.
Por alguna razón que desconozco decidí
chequear mi cuenta bancaría. Esto es algo que hago muy a menudo y no se muy
bien por qué. No tengo mucho que ver… pero es como que tengo la esperanza de
que un día alguien que me quiera deposite mucho dinero allí (la esperanza es
que depositen esos halcones, pero aún más que alguien me quiera).
Patapuff…
El banco en la noche había decidido, sin
mayor razón, ejecutar mi préstamo (y en el proceso ejecutarme a mi a lo Genghis
Kahn), por lo que mi Caja de Ahorros ahora, en vez de decir 5.000 halcones como
suponía yo que diría, decía en su lugar -15.000. Había entrado en unos hermosos
números rojos.
A ver… por la época en la que nací y ciertas decisiones que he tomado me veo
obligado a utilizar de forma muy activa la tecnología que nos rodea. No se si
por esto o porque soy contra, tengo cierto odio para con la misma… pero lo que
es más triste, la tecnología me tiene cierto odio a mi.
Y tengo una teoría… generalmente cuando se
desarrolla una aplicación (les estoy contando un secreto de mi oficio… shhh, no
lo cuenten) se generan ciertas identidades para la misma de forma de probarla.
Yo pienso que según el rubro, la identidad que se usa. En mi empresa, por
ejemplo, utilizamos constantemente a un tal Joselo P.
Pues bien, yo estoy cada día más seguro que
en las aplicaciones bancarias utilizan, por alguna extraña coincidencia del
destino, a JHalcon. No me pregunten cómo lo sé, pero lo sé.
Bah, mejor aún, pregunten por qué lo sé.
Quizá el hecho de que me dejaran la cuenta hecha pelota en el día de hoy,
debiendo más plata de la que he tenido en años, podría ser un hecho aislado.
Pero este mismo banco me quitó 300 halcones hace unos meses porque les pintó (aunque
luego de rogarles mucho me devolvieron la plata).
Así mismo hará un año me denunciaron por
querer realizar una estafa multi millonaria y aún no se cómo me salvé de esa.
Pero yendo aún más lejos, en mi trabajo
anterior trabajaba con otro banco y también me hicieron de las suyas. Recuerdo
una vez en que decidieron (creo que esto fue más culpa de mi gran amiga ‘MeHagoCirugiasEstéticasYQué’
que del banco en sí… pero prefiero no culparla… no directamente) depositar mi
sueldo en la cuenta de otra persona.
No se… creo que no está bueno que se la
agarren siempre con el mismo… esto no es el liceo donde todos le pegan al
pelirrojo.
Bien… aquí el desenlace donde el héroe
recupera su vida. Se preguntarán ustedes cómo hice para recuperar mi vida,
luego de quedar debiendo 15.000 halcones. Les cuento… hay teorías que dicen que
quizá la riqueza más grande no es la económica sino la social… lo que
significa, es más importante conocer gente que tener plata.
Está de más decir que yo no soy amigo de
nadie (y punto) que esté en una posición de poder, pero lo lindo de ser esclavo
de tantos dueños es que alguno de ellos sí conoce a alguien. Así fue que ‘mi nuevo
señor gerente’, que por esos momentos lo tenía a mi lado, llamó a sus “contactos”
y en cuestión de horas me informaban que habrían resuelto mi problema (hasta
ahora sigo viendo mi deuda por internet).
Como detalle gracioso y pintoresco, el señor
que me llamó para informarme que habrían de resolver el problema ya que había
sido responsabilidad de ellos, me informó que habrían de ser tan buenos que no
me cobrarían los intereses por haber sobre girado mi cuenta en 15.000 halcones.
Claramente mi pregunta, que no llegué a pronunciar era ¿Me querrían cobrar
intereses porque ustedes decidieron sobre girar mi cuenta?
Hace tres horas que tengo auto… pese a todo
me hice de él. Lo tengo. Pero tengo un problema… hace diez años que manejo el
auto de mi padre que es automático. Evidentemente, siendo el auto más barato
del mercado, este es manual.
Por lo que todas las verdes son una nueva
oportunidad de sentir cómo se me apaga el auto y todos los repechos son un
molino de viento a enfrentar como buen Halcón que soy… bajar la velocidad pero
no detenerme completamente implica hacer un sorteo entre los cinco cambios que
tengo para elegir cuál de ellos irá… lo bueno, en este último tema, es que
estoy en un cincuenta-cincuenta… el cincuenta por ciento de las veces se me
apaga el auto por poner un cambio muy alto, mientras que el otro cincuenta
siento como hago un rebaje que solo ShoeMaker podría hacerlo mejor.
Entonces… ¿no sería mejor que todos los autos
fueran automáticos?
Hasta mañana… tengo mucho sueño y ha sido un
día muy largo.
El Halcón Motorizado.