Es Francisco Álvarez Velasco (Cimanes del Tejar, León, 1940) poeta de las verdades esenciales, del pan, de la fuente, de la muerte y de la vida. Con su libro
Gregor Samsa frente a la ventana, se hizo merecedor del XXXI Premio Jaén de Poesía, por virtudes literarias y existenciales que la criatura de letras comparte con su creador.
Un lirismo hondo y estremecido atraviesa estas páginas que versan sobre lo humano y su inocencia, lo humano y su crueldad. Un fiel sabor castellano nos llega a los lectores de todo el mapa hispanohablante y nos bautiza en aguas de original espíritu. Al leerlo encontramos las palabras amadas por la lengua que nos une y ecos misteriosos de los dulces poetas terribles que nos han escrito con la sangre el mundo verdadero. Gran conocedor de la literatura universal, convierte la intertextualidad en naturaleza y nos entrega, de nuevo, agua clara. Poemas para acunarnos el amor y la muerte, para extrañarnos y fundirnos con la crueldad de la belleza, con la desesperanza esperanzada, con el amor de nuevo, misión universal, mester de soledades y de exilios:
Cuando pedías agua
y una manzana fresca,
el ángel de la espada te expulsó
del paraíso
y la señal maldita
puso a fuego en tu frente.
(De Abelardo a Eloísa)
Profeta como los grandes poetas, doliente de la injusticia del mundo,
canta el llanto por los inocentes del éxodo contemporáneo, la figura del niño ahogado en las orillas de la indiferencia se abre paso a nuestro corazón en la trémula dulzura de una nana:
De la patera al mar.
Y ahora en la playa,
los ojillos cerrados.
(...)
Sigue siempre dormido,
niño sin nombre.
El limbo está cerrado
y orillita del cielo
ningún ángel te aguarda.
(Limbo cerrado -nana-)
Porque el poeta en su séptima gloriosa década posee todas las estaciones y todas las edades. Vidente de todos los sonidos escucha las imágenes desde su interior.
¿No recuerdas los gritos
de las enlutadas?
¿No recuerdas las piedras
contra la caja?
(Lux Perpetua -Blues de las plañideras-)
Francisco Álvarez Velasco es uno de los grandes poetas de nuestra lengua castellana, que hoy más que nunca necesita reunir sus orillas en un canto de humanidad.
(María García Esperón)