¡Ah, el eterno retorno de las elecciones americanas!, como diría el difunto Bob Coover, un verdadero experto en materia tan peliaguda…
[A. M. Homes, La revelación, Anagrama, trad.: Mauricio Bach, 2024, págs. 444]
Conspiración, megaconspiración o metaconspiración. Una conspiración de conspiraciones, más bien, una conspiración con una única meta: reponer en la Casa Blanca a un presidente republicano tras la estrepitosa derrota del candidato John McCain el 4 de noviembre de 2008. Esta es, sucintamente resumida, la trama que pone en escena Homes con su malicia narrativa habitual, su sensibilidad para las ironías e incongruencias de la situación histórica y su inventiva para darle crédito a lo que, desde el principio, suena a escenario imaginativo absurdo.
Esta es también una de las dimensiones más
atractivas de la ficción ideada por Homes para verificar la mutación política y
cultural de su país desde la perspectiva del adversario ideológico. Los
republicanos que vieron el ascenso de Obama a la hegemonía presidencial no
pueden sino sentir, como muestra la novela con abundancia de chistes y
comentarios groseros, el declive de un mundo de valores y un modo de vida
bendecido por la historia y la economía nacional. El mundo de los blancos
anglosajones, la aristocracia americana que ha tenido el poder y el dinero para
imponer sobre su país, desde una posición de privilegio favorecida por todas
las instituciones del sistema, su moral, su cultura, su sentido de la raza y la
religión, además de sus incontables lujos y privilegios.
La ficción de Homes, sin embargo, sobrepasa en
ambición los límites de esta acusación bastante obvia y traslada al ámbito de
la vida privada de estos magnates la vivencia de la catástrofe social que los
condenará a la irrelevancia con el paso de las décadas, desvelando facetas
ocultas y secretos íntimos detrás de las apariencias de normalidad con que se
revisten los personajes. El “Pez Gordo” es el gran protagonista de la novela, a
quien no resulta difícil imaginar, por ciertos rasgos descritos, extrañamente
parecido a Donald Trump, a pesar de todas sus diferencias. A través de este
personaje, excéntrico en su conformismo mental y vida estereotipada, contemplamos
la descomposición de la familia ideal, con una mujer (Charlotte) alcohólica y
neurótica que sufre una crisis tras la derrota electoral que la lleva a una
clínica de desintoxicación y a un devenir lésbico escasamente prometedor, y una
hija (Meghan) adulterina y adoptada, también medio hispana, que encarna las
promesas de poder futuro del padre y la frustración profunda de la madre
adoptiva.
Por otra parte, la riqueza del panorama social y
la polifonía ideológica de la novela, incluso dentro de la misma facción
republicana que pone en marcha la conspiración liderada por el “Pez Gordo”,
podrían compararse con las de una novela centroeuropea que comenzó a escribirse
hace un siglo, El hombre sin atributos
de Robert Musil. Si en esta eran el declive y la desintegración del imperio
austríaco, antes y después de la Primera Guerra Mundial, el objetivo de su
estrategia novelística de enorme complejidad técnica, en la novela de Homes,
más modesta en sus planteamientos, pero no menos certera en su desarrollo y
alcance, serían la descomposición y decadencia en curso del imperio americano el
objeto final de su ingenioso dispositivo narrativo. Pero Homes no llega tan
lejos como Musil en sus profecías históricas y se conforma con ofrecer una arqueología del
presente más coyuntural.
Quizá por eso la conspiración grotesca escenificada por los personajes de la novela no pasa del esbozo ruidoso y truculento en el decurso de sus páginas, quedándose en un estado latente el 20 de enero de 2009, día de la toma de posesión de Obama, en la conjura del restaurante francés donde se reúnen los conspiradores para terminar de urdir su maquiavélico plan, cuya fecha de cumplimiento es el 4 de julio de 2026, cuando Estados Unidos cumpla dos siglos y medio de existencia y Meghan, la futura presidenta en la fantasía del “Pez Gordo”, treinta y seis años. Sueños privados y sueños públicos, como sabe Homes, son la materia explosiva con que está hecha la nación americana.