Corazón y pases cortos

Normalmente la gente va aprendiendo, por ensayo y error, a definir estrategias en su relación con los demás. Son cosas que se aprenden de chico (cosas de chico) y difícilmente se modifican.

Mucha gente se define por el amor, por la amistad, o simplemente mira alrededor y se tranquiliza al comprobar que no es de los más feos o pobres en su entorno.

Hay quienes se tranquilizan pensando que son buenos por ser populares, y cuentan sus amigos como si fuesen billetes en el banco.

A fin de cuentas, nosotros -que no somos gran cosa- somos los otros de los otros.

Desconfío de la inteligencia que no pone comida en el plato ni una sonrisa en el rostro.

Desconfío del amor que hace sufrir.

Desconfío de los que siempre están de acuerdo y de los que nunca están de acuerdo.

Desconfío de los que no quieren a los animales ni a los chicos y de los que sólo quieren a los animales y a los chicos.

Desconfío de la gente que vive pendiente del dinero y de la gente que reniega del dinero.

Desconfío de los que se creen superiores y de los que se creen inferiores.

Pero por sobre todas las cosas desconfío de mi mismo. Porque mi mente sólo quiere evitar el sufrimiento y no ahorra medios para lograrlo. Porque para que otro me engañe o me decepcione hace falta el silencio cómplice de mi mente; porque insiste en repetirme mentiras que me tranquilizan, y porque se obstina en recorrer los mismos caminos que ya no quiero recorrer.

Ayer mi hija (5 años) me explicó como tenemos que hacer para tener una pileta en la terraza: "Compramos muchas bañeras en Carrefour o en Coto. Con un serrucho que corte mucho les cortamos el borde, las unimos y las pegamos con pegamento"

Qué le puedo decir???

Cuando una estrategia no funciona una y otra vez, uno debe plantearse otra estrategia. Es asi y no hay vuelta. En vez de pasarse meses -o años, o la vida- insistiendo con nuestra verdad, lo más inteligente es cambiar de enfoque, reconocer el fracaso e intentar otros caminos.

Cuando me encuentro a mi mismo repitiendo una misma frase una y otra vez, me aburro, me siento estúpido y me da vergüenza. Entonces uno puede ensayar variantes: decir lo mismo con otras palabras, decirlo con otro tono, buscar un mejor momento para decirlo, y finalmente dejar de decirlo y explorar otras alternativas.

Casi todos tenemos la sensación de que los demás están equivocados, pero es infinitamente más fácil cambiar una cabeza que cambiar diez, o cien, o mil.

Muchos encuentran un gran atractivo en la sensación de "nadie me entiende" (yo me incluyo), pero si uno no tiene ganas de estancarse hay que dar un paso al costado y buscar la manera de cambiar uno para que la situación cambie.

Yo lo voy a intentar. Si ustedes no quieren, no lo hagan, pero no digan que no les avisé...

Ya estamos en las fiestas. Asi es la vida, alcanza tan solo con no morirse para que llegue otra navidad...

Veo mucha gente loca, corriendo con las compras, mucho chico pensando sólo en los regalos (mucho grande también), mucho negocio y mucho cliché.

Yo nunca fui devoto de los rituales ni las fiestas en general, y si lo pienso lo suficiente, saldria a matar papanoeles a turronazos; sin embargo, entre tanta tontería y obligación la gente que se quiere y se aguanta se junta y los chicos -al menos algunos- la esperan con entusiasmo.

Con los años y bastante esfuerzo pude entender que nada ni nadie aguanta una mirada dura. Repito: nada ni nadie aguanta una mirada dura. Es por eso que trato de ver las navidades con una mirada un poco más dulce. Me cuesta, pero ahi vamos.

PD. Igual, si te vestiste de papa noel, por las dudas no te me cruces.

Es un tanto inquietante pensar que uno NECESITE tantos años para prepararse para trabajar de lo que sea. Algunas carreras incluyen residencias, posgrados casi obligados, etc. lo cual aumenta el número mucho más.

Si el único fin de la educación es la formación laboral o cultural (en el sentido tradicional de la palabra) entonces está sobredimensionada. Si se pretende algo más, no entiendo por qué no se incluyen otros temas que ayudarían a la gente a sobrellevar los conflictos más comunes y tal vez los prepararían un poco para ser lo más felices que les sea posible.

A ver: si alguien necesita estudiar 17 años para saber llevar una contabilidad o curar un resfriado, estamos mal. ¿Por que no aprovechar parte de ese tiempo para formar a alguien que, además, tenga unas cuantas herramientas extra para ser feliz en su vida cotidiana?

¿Me fui a la mierda?

Durante el año 2009, todas las cosas se degradaron un poquito más, en algunos casos (y para alguna gente) en forma casi imperceptible.

Lo cierto es que las relaciones se enfriaron, al igual que el entusiasmo. La esperanza continuó su lento camino hacia la desilusión y los recuerdos se deslucieron un poco más.

La entropia del universo continuó creciendo, al igual que la contaminación y la música barata.

La linea que separa lo normal de lo subnormal se ha vuelto a correr, y no en el sentido que uno quisiera.

Las medias lunas y las aceitunas han perdido un poquito de su sabor, y mi piel se ha engrosado un poco más.

Igual, todo bien.

El tigre que mata a un venado no hizo ningún mérito para obtener sus garras, ni necesita demostrar la legitimidad de su derecho a cazar. A su vez el venado no pierde tiempo tratando de demostrar que las pretensiones del tigre carecen de sustento.

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¡Qué invento funesto es la cultura y qué caro nos cobra cada ventaja que nos da!

Pocas veces me toca toparme con gente que aplica su poder arbitrariamente y sin la menor justificación. Cuando me pasa, siento algo muy concreto, pero que me cuesta explicar.

Uno, que sólo tiene palabras, argumentos y apelaciones al sentido común, la lógica e incluso a la ética; queda instantáneamente desarmado antes de poder esgrimir el primer argumento.

Imagino qué sentirá el pez más bravo cuando, de repente, se encuentra en la cubierta de un barco tirando dentelladas al vacío. En el agua, un golpe de su cola lo impulsaría como una flecha, pero en cubierta sus posibilidades se limitan a cero.

El poder absoluto del otro nos vuelve mudos, y nos transforma en objetos.

Todos queremos hablar. En el fondo de nuestras cabezas vive la idea de que tenemos un montón de cosas valiosas para decir y sólo esperamos que aparezca la oreja indicada para regalarle nuestras verdades. Si cuando las decimos el otro no las aprecia, necesitamos que el equivocado seal el otro para no sentirnos mal.

Todos sobrevaloramos nuestras opiniones y nuestros sentimientos.

A veces recuerdo algunas cosas que dije y posiciones que defendí y no puedo evitar sentir vergüenza. La misma que tal vez mañana sienta cuando recuerde mis palabras o mis actitudes de hoy.

Nunca puedo terminar de entender si uno se porta como estúpido porque es estúpido o porque simplemente es demasiado necio como para aceptar que se equivoca.

Si uno pudiera aceptar que el otro sabe más que uno sin sentirse menos por eso, ni siquiera haría falta humildad para hacerlo. Eso impicaría que el otro, cuando dice -o hace- lo que nos parece una estupidez, tampoco es estúpido ni menos que uno.

Esta es una paradoja a la que no puedo encontrarle solución: Yo soy mis ideas, entonces si mis ideas son criticadas yo soy criticado. Si yo no soy mis ideas, entonces no importa lo que piense -ni lo que haga- y eso es un contrasentido.

Conclusión: la única forma es aceptar que uno puede equivocarse y eso no lo denigra, y por consecuencia, que los otros también pueden equivocarse sin que eso los descalifique.

Cada vez que uno califica al otro de estúpido (o sus variantes), da un paso que lo aleja de la felicidad.

PD. Si esto no te parece brillante (aunque tal vez un poco largo), sos un pobre estúpido.

Perfectamente ignorante de todo aquello que no le interesa, perfectamente cómoda en el mundo y recibiendo cada golpe con la misma sorpresa. Golpeando siempre con la misma furia que no se agota.

Nada le hace preguntas.

El tiempo apenas parece rozarla, y yo me pregunto si envejecerá hasta parecer una muñeca ridícula. Nada parece poder adherirse a sus suelas y va juntando tristezas que afloran de golpe y le agregan años a su mirada.

Determinadas bromas de la vida, como la vedette que es hombre y es fea y es vieja, el adulto de 9 años que me mira en el semáforo, o la niñez inefable de una mujer que me mira con ojos tristes de vieja; me aterrorizan y me dejan sin palabras.

El horror de sentirse irremediablemente perdido y la tristeza de saber que uno es la materia más blanda del universo, me acompañan siempre y me definen tanto como mi cara o mi voz.

Yo soy la suma de mis preguntas, tanto como ella es la suma de sus certezas.

A todas las cosas que me salen mal, estaba a punto de sumarse la rateada de mi hija al acto de fin de año. Y cuando todo parecía perdido, apareció el Diego y se gambeteó a toda la defensa...

Aparentemente también tenía miedo de equivocarse y no había modo de convencerla de actuar. Ojo, se que es una tontería (está en sala de 4 y no en la facultad), pero a veces estas cosas te dejan marcas y generan trabas a futuro.

El caso es que estuvo de acuerdo con disfrazarse, pero sólo para ir a ver a sus compañeritos. Entonces fuimos, y una vez que estuvo con las maestras y sus compañeros la situación entró en piloto automático y terminó actuando y hasta sonriendo mientras lo hacía.

Cuando terminó, no se si será sólo impresión mía, pero la vi contenta y distendida; como si estuviera feliz y agradecida porque no la presionamos, pero la ayudamos de todas formas.

Igual, cuando crezca, algún pelotudo se la va a llevar...

Hoy mi hija actúa en el acto de fin de año.

Hace 10 días que viene anunciando que no quiere actuar, porque le da vergüenza.

Ayer vi el traje de enano que debería usar (verde y anaranjado), las porras doradas y hoy le entregarían el sombrero y las botitas.

Si no podemos convencerla, me voy a sentir culpable por no saber ayudarla a vencer el miedo; pero también me sentiría culpable de obligarla a hacer algo que la asusta.

Ingredientes:
Harina: 100 gr
Azucar: 30 gr
Sal: 1 pizca
Huevos: 3
Leche: 160 ml
Crema de leche: 160 ml
Cognac: 2 cucharadas
Manteca: 2 cucharadas

Preparación:
1. Se mezclan todos los ingredientes, salvo la manteca.
2. Se derrite la manteca en una sarten o panquequera
3. Se incorpora la manteca derretida a la mezcla
4. Se pone un cucharón de la mezcla en la sarten y se cocina a fuego medio, primero de un lado y luego del otro
5. Se le pone dulce de leche (o miel, o lo que uno quiera) y se enrolla. Se puede cubrir con crema batida, chocolate derretido, o acompañar con una bocha de helado.

PD. Próximamente escribiré la receta para la cura del sida y el denge.

Cuando era chico, las cosas olian distinto, con más intensidad. La lluvia, la tierra mojada, el pasto, las manzanas, los pisos encerados, el mar...

Recuerdo que durante unos meses pude sentir el perfume más lindo de mi vida: el de mi primera novia. Misteriosamente, un día, deje de sentirlo y ya no volvió jamás. Recuerdo que íntimamente me enojé con ella, como si hubiese sido su culpa...

También los colores se fueron haciendo distintos, al igual que los sabores. Todo parece haberse ido ocultando tras una fina gasa que va suavizando las sensaciones...

La puta! Estaré enfermo?

La razón, la verdad, deben servir para algo. De no ser así, su esencia misma queda cuestionada. Si yo tengo razón y esa razón no es un arma, si yo sé la verdad y esa verdad no ilumina la cuestión, entonces no tengo ni la razón ni la verdad.

Por ejemplo:

Si yo puedo ver los defectos de mi pareja, y por supuesto puedo mencionarlos; pero no puedo con esos argumentos forzar un cambio en ella ni puedo modificar mi propia actitud, entonces esas verdades no sirven y hay OTRAS verdades -que sí me sirven- pero que no puedo ver.

Encarnizarse y estancarse en verdades que no sirven nos impide encontrar otras verdades que si sirvan de solución.

Así como un chico puede jugar a disfrazarse de motoquero o de power ranger, también puede disfrazarse de guitarrista de rock e imitar los gestos de las estrellas más famosas y sus actitudes de "soy malo" o "tengo onda".

Los pelos largos, la ropa estudiadamente descuidada, los anteojos de sol, el cuero, las tachas y cadenas, etc. suelen ser más importantes que la música y las letras. Los discursos suelen ser tan anacrónicos (sexo, droga y rock & roll) como lo sería escuchar en la actualidad a un negro cantando un blues en el que se queje de la esclavitud.

Pocos rockeros son músicos y muchos son simples imitadores mediocres que eligieron ese camino a la fama, como podrían haber elegido participar en un reality. Han transformado un género que nació insolente y lleno de contenidos en una caricatura con música de fondo, en un show de lucha libre con personajes disfrazados que simulan sentimientos para una masa anestesiada y superficial.

Lo parió! Quería escribir una crítica sobria y profunda, pero me salió un vómito!

En algún momento de mi vida perdí la música.

Por poco tiempo tuve la pintura, pero ya la perdí.

Parece que ahora estoy empezando a perder la literatura.

Cuando la Musa te abandona, solo quedan el moscato y la faina...

En algún momento la gente habrá empezado a sospechar que las reglas que venía siguiendo no servían. Probablemente al ver que sus padres, ya viejos, no tenían más respuesta que ellos a los problemas del mundo, habrán sentido que vivir según esas reglas no tenía sentido; pero uno no desarma sus valores tan fácilmente...

Probablemente no habrán tenido el valor de derrumbar su mundo y buscar nuevos principios, como un cura viejo cuyas dudas lo atormentan y lo hacen más tibio, pero que nunca se atreve a dejar los hábitos.

Tal vez esas dudas, que no alcanzaron siquiera a percibir con claridad, hayan impedido que transmitieran las enseñanzas paternas a sus hijos; tal vez la desidia y la falta de creatividad hayan impedido que las reemplazaran por otras.

Lo cierto es que una gran masa de padres incompetentes ha generado una más numerosa masa de párvulos que, a falta de normas y de algún sentido de responsabilidad, han realizado un salto al pasado que los ubica en la puerta de las cavernas, sólo que con un ipod en la mochila.

Nada en el mundo es circular, aunque lo parezca. Sin duda un próximo ciclo hará que esta gente deba finalmente buscar algún sentido a sus vidas; y aunque no lo encuentren donde uno quisiera, sin duda deberá ser algo menos superficial y más trascendente que una bebida energizante o el gadget de moda.

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PD. Uno no puede decir estas cosas sin sonar como un viejo choto.