Accidente cerebrovascular

pérdida brusca de funciones cerebrales causada por una alteración vascular
(Redirigido desde «Apoplejía»)

Los términos accidente cerebrovascular (ACV), ataque cerebrovascular (ACV),[2][3]enfermedad cerebrovascular (ECV), infarto cerebral, derrame cerebral, ictus o, menos frecuentemente, apoplejía hacen referencia a dos afecciones médicas bien diferenciadas:

Accidente cerebrovascular

RMN de cráneo que muestra una hemorragia intracerebral profunda (cerebelo): zona oscura, 30 horas desde el inicio de la enfermedad actual.
Especialidad neurología
neurocirugía
Síntomas Incapacidad para moverse o sentir en un lado del cuerpo, problemas para comprender o hablar, mareos, pérdida de visión de un lado
Complicaciones Estado vegetativo persistente
Causas
Factores de riesgo Edad, hipertensión arterial, tabaquismo, obesidad, colesterol alto en sangre, diabetes mellitus , ACV previo, enfermedad renal terminal, fibrilación auricular[1]
Sinónimos
  • Ictus
  • Infarto cerebral.
  • Apoplejía
  • Ataque cerebrovascular
  • Enfermedad cerebrovascular

Según la Organización Mundial de la Salud, los ACV son, junto a la enfermedad de las arterias coronarias, las principales enfermedades cardiovasculares. El mismo organismo internacional estima que en 2015 murieron 17,7 millones de personas a causa de las enfermedades cardiovasculares. Del total de estas muertes, 6,7 millones corresponden a los ACV.[5]

Definición

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En la década de 1970, la Organización Mundial de la Salud definió el accidente cerebrovascular como un «déficit neurológico de causa cerebrovascular que persiste más allá de las primeras 24 horas o se ve interrumpido por la muerte antes de ese plazo».[6]​ Se suponía que esta definición reflejaba la reversibilidad del daño tisular y, para ese fin, se estableció arbitrariamente el límite en 24 horas. Este límite sirve para diferenciarlo del accidente isquémico transitorio, un síndrome relacionado con síntomas de accidente cerebrovascular que se resuelve por completo antes de ese plazo de 24 horas.[7]

Terminología

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La terminología científica en español utiliza diversas denominaciones para este concepto. Accidente cerebrovascular se introdujo en 1927 con el fin de reflejar una «creciente conciencia y aceptación de las teorías vasculares y [...] el reconocimiento de las consecuencias de una interrupción repentina en el suministro vascular del cerebro»[8]​ introducido al español en los años 1960.[9]

En el siglo XXI, varios tratados de neurología anglosajones desaconsejan su uso, porque la connotación de casualidad que conlleva la palabra «accidente» resalta de manera insuficiente la modificabilidad de los factores de riesgo subyacentes.[10][11][12]

En su lugar, los médicos anglohablantes utilizan stroke, palabra que antaño era utilizada como sinónimo de ataque apopléjico.[13]

En la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización de las Naciones Unidas, publicada originalmente en inglés, emplea stroke (8B20) como etiqueta diagnóstica;[14]​ por su parte, la versión en español la tradujo como infarto cerebral (I63.9) en la CIE-10[15]​ y accidente cerebrovascular (8B20) en la CIE-11.[16]​ Por su parte, ictus, voz latina con el significado de ‘golpe’,[17]​ fue introducido en las ediciones renacentistas de tratados médicos latinos, aunque era entendido en latín clásico como ‘ataque súbito’ poco específico.[9]​ Se considera sinónimo de infarto cerebral junto a accidente cerebrovascular.[18]

El término ataque cerebral se introdujo para subrayar la naturaleza aguda del accidente cerebrovascular, según la American Stroke Association (‘asociación estadounidense del ACV’, división de la American Heart Association, la ‘asociación estadounidense del corazón’),[19]​ que ha utilizado el término desde 1990.[20]​ Se usa coloquialmente para referirse tanto al ACV isquémico como al ACV hemorrágico.[21]

Con la disponibilidad de tratamientos que pueden reducir la gravedad del cuadro si aquellos se administran de manera temprana, muchos especialistas prefieren ahora una terminología alternativa, como ataque cerebral y síndrome cerebrovascular isquémico agudo (derivados de ataque cardíaco y de síndrome coronario agudo, respectivamente), para reflejar la necesidad de actuar con rapidez ante los primeros síntomas.[22]

Por su parte, el Diccionario de términos médicos (2011) de la Real Academia Nacional de Medicina de España engloba dentro del mismo campo semántico los siguientes nombres: ictus, accidente cerebrovascular, accidente cerebrovascular agudo, accidente vascular cerebral, accidente vascular encefálico, apoplejía, apoplejía cerebral, enfermedad cerebrovascular aguda y enfermedad vascular cerebral aguda; además, como registro coloquial, incluye ataque cerebral, congestión cerebral y derrame cerebral; por último, ya como denominación en desuso, refiere ictus apoplético.[23]

Según su etiología, los ACV (ataques cerebrovasculares) tienen dos variantes:

Así, el ictus se manifiesta de dos formas bien diferenciadas:

  • isquémica (infarto cerebral), por disminución anormalmente brusca del flujo sanguíneo en el cerebro;
  • hemorrágica (derrame cerebral o hemorragia cerebral), debida a la rotura de un vaso cerebral.

El cuadro clínico es variado y depende del área encefálica afectada. Por todo ello, los ictus pueden ser clasificados así:

 
Sección cerebral post mortem tras un ictus a nivel de la arteria cerebral media.

Ictus isquémico

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Un ictus isquémico o ataque cerebrovascular oclusivo, también llamado infarto cerebral, se presenta cuando la estructura pierde la irrigación sanguínea debido a la interrupción súbita e inmediata del flujo sanguíneo, lo que genera la aparición de una zona infartada y es en ese momento en el cual ocurre el verdadero infarto cerebral, y se debe solo a la oclusión de alguna de las arterias que irrigan la masa encefálica, ya sea por acumulación de fibrina o de calcio o por alguna anormalidad en los eritrocitos, pero generalmente es por arteriosclerosis (también ateroesclerosis, de ateroma) o bien por un émbolo (embolia cerebral) que procede de otra localización, fundamentalmente el corazón u otras arterias (como la bifurcación de la carótidas o del arco aórtico). La isquemia de las arterias cerebrales puede producirse por los siguientes mecanismos y procesos:

De origen vascular y hemodinámico

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Estenosis de las arterias (vasoconstricción) reactiva a multitud de procesos (vasoespasmo cerebral). Con frecuencia se debe a una disminución del gasto cardíaco o de la tensión arterial grave y mantenida, lo que genera una estenosis y el consecuente bajo flujo cerebral.

Es muy importante controlar la fibrilación auricular cardíaca, ya que las fibrilaciones del corazón forman trombos que pueden llegar al cerebro, provocándole ACVs.[24]

De origen intravascular

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Ilustración de un ictus embólico, que muestra un bloqueo alojado en un vaso sanguíneo.
Ictus trombótico o aterotrómbico
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En un ictus trombótico o aterotrómbico, se forma un coágulo (trombo) en una de las arterias que irrigan el cerebro, lo que provoca la isquemia; este fenómeno se ve favorecido por la presencia de placas de aterosclerosis en las arterias cerebrales.

En el ictus trombótico, generalmente se forma un coágulo de sangre[25]​ alrededor de las placas ateroscleróticas. Dado que el bloqueo de la arteria es gradual, la aparición de accidentes cerebrovasculares trombóticos sintomáticos es más lenta que la de un ictus hemorrágico. Un trombo en sí (incluso si no bloquea por completo el vaso sanguíneo) puede provocar un ACV embólico si el trombo se rompe y viaja por el torrente sanguíneo, momento en el que se denomina émbolo. Dos tipos de trombosis pueden causar un accidente cerebrovascular:

La anemia de células falciformes, que puede hacer que las células sanguíneas se acumulen y bloqueen los vasos sanguíneos, también puede provocar un accidente cerebrovascular. Un accidente cerebrovascular es la segunda causa principal de muerte en personas menores de 20 años con anemia de células falciformes.[29]​ La contaminación del aire puede aumentar así mismo el riesgo de accidente cerebrovascular.[30]

Trombosis venosa
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La trombosis del seno venoso cerebral conduce a un ictus debido al aumento local de la presión venosa, que excede la presión generada por las arterias. Es más probable que los infartos experimenten una transformación hemorrágica (fuga de sangre hacia el área dañada) que otros tipos de accidente cerebrovascular isquémico.[31]

Ictus embólico
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Es consecuencia de un coágulo formado en una vena de otra parte del cuerpo (émbolo) y que, tras desprenderse total o parcialmente, viaja hacia el cerebro a través del torrente sanguíneo. También puede deberse a otro material llegado al torrente circulatorio por diferentes motivos. Habitualmente es un coágulo formado en el corazón, o también una fractura (embolismo graso), un tumor (embolismo metastásico), un fármaco o incluso una burbuja de aire. Al llegar a las pequeñas arterias cerebrales, el émbolo queda encallado cuando su tamaño supera el calibre de estas, dando lugar al fenómeno isquémico.

De origen extravascular

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Estenosis por fenómenos compresivos sobre la pared vascular: abscesos, quistes, tumores y otros.

 
Sangrado intracerebral (flecha inferior) con edema circundante (flecha superior).

Ictus hemorrágico

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Se deben a la rotura de un vaso sanguíneo encefálico debido a un pico hipertensivo o a un aneurisma congénito. Pueden clasificarse en: intraparenquimatosos y hemorragia subaracnoidea.

Las causas más frecuentes en la hemorragia cerebral son la hipertensión arterial y los aneurismas cerebrales.[32]

La hemorragia conduce a ictus a través de dos mecanismos. Por una parte, priva de riego al área cerebral dependiente de esa arteria, pero por otra parte, la sangre extravasada ejerce compresión sobre las estructuras cerebrales, incluidos otros vasos sanguíneos, lo que aumenta el área afectada. Ulteriormente, debido a las diferencias de presión osmótica, el hematoma producido atrae líquido plasmático, con lo que aumenta nuevamente el efecto compresivo local. Es por este mecanismo por lo que la valoración de la gravedad y el pronóstico médico de una hemorragia cerebral se demora 24 a 48 horas hasta la total definición del área afectada.

Causas

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La principal causa es la presión arterial elevada (hipertensión arterial), además de la presencia de algún aneurisma cerebral, y a continuación el sedentarismo (poca movilidad corporal, en especial de las extremidades inferiores: la falta de caminatas que duren al menos media hora al día), el alto consumo de radicales provenientes, entre otros, del tabaco, y de frituras o grasas hidrogenadas, una mala alimentación con grasas nocivas (colesterol, triglicéridos, grasas trans, etc.) que puedan producir arterioesclerosis, a lo que puede sumarse el consumo excesivo de alcohol, de tabaco o de drogas, así como padecer problemas cardíacos, como la fibrilación auricular u otras afecciones inicialmente no cardíacas ni vasculares, como diabetes o estrés. Cualquiera de estos factores, o más de uno al mismo tiempo, predisponen a sufrir un ictus.

La enfermedad celíaca puede provocar, si no se trata, este tipo de ataques, especialmente en personas jóvenes y niños; no obstante, suele pasarse por alto, sin reconocer ni diagnosticar, principalmente por cursar sin síntomas digestivos evidentes. Los retrasos en el diagnóstico pueden hacer que los daños sean irreversibles.[33]

Prevención

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Síntomas

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Síntomas anteriores

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Una característica del ataque cerebrovascular (ictus, embolia, derrame cerebral, accidente cerebrovascular o apoplejía) es que puede suceder de manera repentina, tras haber dado unos síntomas previos de baja intensidad o que directamente pasaron inadvertidos. Por lo cual, la prevención del ataque cerebrovascular, y los chequeos médicos que revisen sus causas, son fundamentales (como aparece descrito más arriba).

En cualquier caso, sí que podría haber previamente síntomas de baja intensidad y baja duración que indiquen algún problema, aunque quizás pasen inadvertidos por ser algo anodinos: parestesias (hormigueos), debilidad de un grupo muscular poco específico, episodios amnésicos breves, pequeñas desorientaciones, y otros. Estos síntomas menores son los más frecuentes, pero tienen gran importancia, porque pueden dar avisos prematuros.

Es destacable que, en los días previos a un ataque cerebrovascular (frecuentemente y aproximadamente, en alguno de los 7 días anteriores, incluso el anterior), aparece[38]​ en una proporción considerable de los pacientes una 'cefalea centinela': un dolor de cabeza severo e inusual que indica que hay algún problema. Su aparición hace aconsejable pedir una revisión médica y seguir las prevenciones contra el ataque cerebrovascular (ver arriba).

Los síntomas precursores (anteriores) a un ataque cerebrovascular podrían ser variados, y, según el área cerebral afectada, pueden ser sensoriales, motores o una combinación de ambos (sensitivomotores). Los más frecuentes son:

  • Pérdida de fuerza en un brazo o una pierna, o parálisis en la cara (hemiparesia/hemiplejía).
  • Dificultad para expresarse, entender lo que se le dice o lenguaje ininteligible (disartria).
  • Dificultad al caminar, pérdida de equilibrio o de coordinación.
  • Mareos, dolor de cabeza brusco, intenso e inusual, casi siempre acompañado de otros síntomas.
  • Pérdida de la visión en uno o en ambos ojos.

Además, hasta un 50 por ciento de las personas que sufren un ataque cerebral y sobreviven padecen depresión durante los primeros años, pero en la mayoría de los casos no son diagnosticadas de ello, lo que puede repercutir negativamente en su estado general.

Síntomas posteriores

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Cuando llega un ataque cerebrovascular en sí,[39][40]​suele producirse de manera repentina, y sus síntomas posteriores pueden ser reconocidos mediante el protocolo de primeros auxilios que aparece detallado debajo.

Primeros auxilios

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Un ataque cerebrovascular (ictus, apoplejía cerebral, embolia cerebral, infarto cerebral, hemorragia cerebral, derrame cerebral o accidente vascular cerebral) aparece bruscamente, pero puede ser reconocido para reaccionar deprisa y de una manera adecuada[41][42][43]​utilizando el protocolo 'R.Á.P.I.D.O.'. Sus siglas se refieren a los posibles síntomas (uno o más) que el paciente podría estar mostrando, y a los primeros auxilios utilizables:

  • (R)ostro: una parte de la cara, generalmente de un solo lado, queda en una mueca o es difícil de mover. Si se le pide al paciente que sonría, sus labios podrían quedar en una mueca asimétrica.
  • (A)lteración del equilibrio: dificultad para mantenerse en equilibrio mientras uno camina o está de pie. Mareos. Vértigos.
  • (P)érdida de fuerza de una parte del cuerpo: una parte del cuerpo, normalmente un brazo o pierna, tiene sus movimientos o sensibilidad disminuidos. El paciente puede sentir un 'hormigueo' (parestesia).
  • (I)mpedimento visual: el sentido de la vista, u otro sentido perceptivo, está deteriorado.
  • (D)ificultad para hablar: el habla está deteriorada.
  • (O)btener ayuda: llamar a los servicios médicos de emergencia (hay una lista con sus números de teléfono aquí) para notificar el ataque cerebrovascular (ictus, apoplejía cerebral, embolia cerebral, derrame cerebral o accidente cerebrovascular) y recibir ayuda profesional tan pronto como sea posible. Para trasladar al paciente a un centro médico,[44]​ el método más rápido y seguro es (normalmente) en ambulancia (o helicóptero, si es que hay alguno disponible para eso), excepto si eso es imposible (por ejemplo: si el viaje fuese a través de fenómenos climáticos peligrosos hasta un lugar muy lejano). En cualquier caso, conviene que, durante el traslado, el paciente esté acompañado por un equipo de especialistas de la salud,[44]​ y, si eso no puede ser, sería recomendable que al menos lo acompañase cualquier persona capacitada para realizarle una reanimación cardiopulmonar.
  • Algunos otros síntomas habituales son: dolor de cabeza, a veces acompañado de náuseas, incapacidad súbita para entender algo y confusión en general.

Después de que sea descubierto el problema, el paciente debe permanecer sentado o acostado con la cabeza elevada, en calma, sin hacer esfuerzos y sin violencias, hasta que reciba un tratamiento médico profesional. Las cuatro primeras horas son cruciales, y por ello es esperada la participación del personal médico durante ese plazo de tiempo.

Si el paciente dejase de respirar, o su corazón dejase de latir, eso requeriría aplicarle rápidamente una reanimación cardiopulmonar.

En cualquier caso, acerca del ataque cerebrovascular, son fundamentales su prevención y los chequeos médicos que revisen los factores que lo causan (ver detalles más arriba).

Acerca del uso de aspirina y otros medicamentos en los primeros auxilios del ataque cerebrovascular:

  • Los pacientes a quienes el médico les haya recetado un medicamento apropiado podrían mejorar si toman entonces su dosis. Sin embargo, hay que considerar que los medicamentos anticoagulantes y los antiagregantes son útiles si el ictus es isquémico, pero podrían no ser útiles, e incluso ser perjudiciales, si el ictus es hemorrágico. Así, las sustancias anticoagulantes, las antiagregantes, y las que fluidifican la sangre en general (como el apixabán, el dabigatrán, la warfarina, y el clopidogrel), actúan contra los trombos, los cuales aparecen en los ictus isquémicos, en los que hay algún vaso sanguíneo que está obstruido (de una manera similar a los casos de infarto cardíaco). Incluso, la aspirina también tiene un efecto inhibidor de los coágulos, y, por eso, tal como sucede en los casos de infarto, podría ser útil darle a la víctima de un ictus isquémico una tableta de aspirina (una dosis de aspirina de 162 a 325 mg es considerada como ya válida para ese efecto),[45]​si es que no es alérgica a ella ni tiene otras incompatibilidades con la aspirina que la desaconsejen.[46]​ Pero no siempre la causa del ataque cerebrovascular es algún tipo de coagulación u obstrucción, sino que la causa podría ser una pérdida de sangre desde algún vaso sanguíneo, la cual sucede en los ictus hemorrágicos (algo que es mucho más probable en los ataques cerebrovasculares que en los problemas en el corazón), y así las sustancias anticoagulantes y fluidificadoras (como las mencionadas anteriormente, incluida la aspirina) fomentarían en algún grado esa pérdida de sangre.
  • Hay medicamentos compuestos por nitratos que sirven para relajar los vasos sanguíneos, pero un estudio[47]​ descarta el uso de fármacos con nitroglicerina para una media de los ictus, que incluye a los isquémicos (producidos por una obstrucción) y a los hemorrágicos. En ello hay que considerar que los ictus hemorrágicos se producen por la rotura en algún vaso sanguíneo, que queda sangrando, por lo cual, en caso de que el ictus fuese hemorrágico, el ensanchar el vaso sanguíneo afectado no sería conveniente. Además, los medicamentos con nitratos interactúan con los medicamentos para la disfunción eréctil si éstos han sido tomados en las últimas 24 horas (aunque serían 48 horas en el caso de Cialis, y 12 horas si es Stendra, según las referencias aproximadas),[48]​ pudiendo provocar bajadas de tensión graves.
  • En cualquier caso, tras utilizar cualquier medicamento, habría que comunicárselo después a los profesionales de la salud que atiendan al paciente (si eso fuese recordable).

Como curiosidad, el protocolo de primeros auxilios, en el idioma inglés del que proviene en su origen, se llama 'B.E. F.A.S.T.', pero contiene la misma información acerca de los síntomas posibles (uno o más) y de pedir ayuda médica:

  • (B)alance (equilibrio) deteriorado.
  • (E)yesight (visión) u otro sentido perceptivo deteriorado.
  • (F)ace (rostro) paralizado o semiparalizado.
  • (A)rm (brazo) o pierna u otra parte del cuerpo paralizada o semiparalizada.
  • (S)peech (discurso) deteriorado.
  • (T)ime (tiempo) breve para pedir ayuda médica.

Rehabilitación

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Sesión de terapia ocupacional con un paciente recuperándose de un ictus.

Se requiere de un programa de rehabilitación interdisciplinaria que provea una asistencia integrada para las personas que han sobrevivido a un ataque cerebral. Esta debe atender tanto los aspectos motores como los relacionados con el habla, los trastornos visuales, las actividades de la vida diaria y las secuelas incapacitantes como la espasticidad, para que el sobreviviente de un ataque pueda alcanzar un grado de independencia suficiente como para retomar, al menos parcialmente, sus actividades habituales. Este equipo interdisciplinar debe estar formado por fisioterapeutas, neuropsicólogos, fonoaudiólogos (logopedas), terapeutas ocupacionales y todos aquellos relacionados con la medicina, como el médico rehabilitador o fisiatra, el psiquiatra y el neurólogo.[49]

Otro grupo que se ve afectado después de un episodio de esta naturaleza son los familiares y amigos de la persona, que necesitan de orientación sobre la mejor manera de acompañar a la persona que se está recuperando: fundamentalmente, porque, ante la incertidumbre y angustia en la que se encuentran, pueden actuar obstaculizando el proceso de rehabilitación.

Una revisión sistemática de 15 estudios, la mayoría realizados en Asia, particularmente China, y uno en Sudáfrica, encontró evidencia de que la rehabilitación comunitaria genera un impacto positivo en personas con discapacidades. De seis estudios centrados en personas con discapacidades físicas, tres mostraron efectos beneficiosos para casos de apoplejía. Actualmente, nuevos ensayos clínicos tratan de esclarecer los beneficios cognitivos y emocionales de intervenciones basadas en mindfulness y ejercicio físico en la fase crónica del ictus.[50]​ Adicionalmente, resulta necesaria una evaluación de costo-efectividad de las rehabilitaciones que permita evaluar la asignación de los recursos.[51]

Epidemiología

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Las enfermedades cerebrovasculares constituyen en la actualidad uno de los problemas de salud pública más importantes. Son la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano. No obstante, se ha demostrado que los ictus en niños de 0 a 14 años son los que registran mayores índices de recuperación, debido a la naturaleza plástica y al estado de desarrollo de su cerebro.

El daño cerebral supone una ruptura en la trayectoria vital del paciente y, por su elevado coste sociosanitario, condiciona las situaciones familiares, sociales e institucionales.

Prevalencia:

  • El 3,5 % en la población mayor de 64 años.
  • En España hay de 150 a 250 casos anuales por cada 100 000 habitantes.

Incidencia por edad y sexo:

  • De 65 a 74 años, la presencia es mayor en hombres.
  • A partir de los 75, la prevalencia asciende significativamente entre mujeres.

Mortalidad:

  • En Europa es la tercera causa de muerte. Por sexos, es la primera causa de mortalidad en la mujer.
  • En España es la primera causa de muerte en mujeres y tercera en hombres.[52]​ Cada año, el ictus provoca 90 muertes cada 100 000 habitantes.
  • Durante el primer mes tras el ictus, la mortalidad es mayor del 25 %.

Morbilidad:

  • El 32,3 % requiere rehabilitación.
  • El 27,4 % presenta discapacidad para alguna actividad básica de la vida diaria.
  • El 17,7 % de los pacientes que han sufrido un ictus son dependientes a los seis meses.
  • El 12,5 % sufre depresión en los tres primeros meses.
  • El 10 % evoluciona a demencia en los tres meses siguientes.

Otros problemas que acarrean son epilepsia, espasticidad, incontinencia urinaria, problemas intestinales, úlceras de decúbito, etc.

El número de personas afectadas, la duración, gravedad y variedad de las secuelas, su repercusión en la calidad de vida de los afectados y sus familias y sus consecuencias económicas y productivas convierten al daño cerebral adquirido en un problema sociosanitario de primera magnitud.[2]

Historia

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Se han documentado episodios y la transmisión hereditaria del accidente cerebrovascular desde el segundo milenio antes de Cristo en adelante en la antigua Mesopotamia y Persia.[53]Hipócrates de Cos fue el primero en describir el fenómeno de parálisis súbita que generalmente se asocia con isquemia. Apoplejía, del griego ἀποπληξία ‘abatido con violencia’, apareció por primera vez en los escritos hipocráticos para describir este fenómeno.[54][55]​ Más tarde, Galeno de Pérgamo describió los síntomas que comienzan con una pérdida repentina de la conciencia. Desde entonces, el concepto de apoplejía se ha utilizado profusamente en medicina para denotar tanto una ruptura aguda de la circulación cerebral como una hemorragia de rápido desarrollo en otros órganos (p. ej., apoplejía ovárica, apoplejía suprarrenal, etc.).[56]

En De Motu Cordis (1628), el médico inglés William Harvey estudió cómo se mueve la sangre por el cuerpo y definió la función del corazón como bombeo, describiendo el proceso de circulación sanguínea. Este conocimiento sentó las bases para estudiar las causas del accidente cerebrovascular y el rol de los vasos sanguíneos en este proceso.[57]​ En Apoplexia (1658), el patólogo suizo Johann Jakob Wepfer identificó la causa del accidente cerebrovascular hemorrágico cuando sugirió que las personas que habían muerto de apoplejía tenían sangrado en el cerebro.[29][54]​ Wepfer también describió las principales arterias que irrigan el cerebro, las arterias vertebrales y carótidas, así como la etiología de un tipo de accidente cerebrovascular isquémico conocido como infarto cerebral, cuando sugirió que la apoplejía podría ser causada por un bloqueo de esos vasos.[29]​ En Cerebri anatome (1664), el médico inglés Thomas Willis documentó el papel de las anastomosis entre las arterias principales que suministran sangre al cerebro y definió su importancia en la prevención del accidente cerebrovascular al bloquear una de ellas.[58]​ En 1859, el patólogo alemán Rudolf Virchow hizo una contribución significativa a la comprensión de la patogenia del accidente cerebrovascular. Propuso los términos «trombosis» y «embolia», que siguen siendo clave en el diagnóstico, tratamiento y prevención del ACV. Posteriormente, indicó que la trombosis arterial no es causada por la inflamación, sino por la degeneración grasa de la pared vascular, y la asoció con la ateroesclerosis.[59]

Día mundial

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El 29 de octubre es el Día Mundial de Lucha contra el ACV.[60]

Programas sociales

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En 2016, el programa La Marató de TV3 hizo una campaña para conseguir dinero para investigar sobre el ictus y las lesiones medulares y cerebrales traumáticas.

Véase también

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Referencias

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  1. Donnan, Geoffrey A.; Fisher, Marc; Macleod, Malcolm; Davis, Stephen M. (10 de mayo de 2008). «Stroke». Lancet (London, England) 371 (9624): 1612-1623. ISSN 1474-547X. PMID 18468545. doi:10.1016/S0140-6736(08)60694-7. Consultado el 31 de agosto de 2024. 
  2. a b Ramírez Moreno, José María: «Conceptos básicos en las enfermedades cerebrovasculares», artículo publicado en formato PPT en el sitio web Neurodidacta, del Hospital Universitario Infanta Cristina, en la ciudad de Badajoz (España). Archivado el 12 de junio de 2013 en Wayback Machine.
  3. a b «¿Qué es el ictus?, ¿cuáles son sus causas?», artículo publicado en el sitio web Ictus SEN, del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN. Archivado el 24 de febrero de 2021 en Wayback Machine.
  4. «What is a stroke?» (en inglés). Washington D.C.: National Heart, Lung, and Blood Institute. 26 de marzo de 2014. Consultado el 27 de mayo de 2020. 
  5. [1], artículo en el sitio web de la O.M.S. https://www.who.int/es/ Consultado el 23 de mayo de 2020
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  7. Donnan GA, Fisher M, Macleod M, Davis SM (May 2008). «Stroke». The Lancet (en inglés) 371 (9624): 1612-1623. PMID 18468545. S2CID 208787942. doi:10.1016/S0140-6736(08)60694-7. 
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  9. a b Cortés Gabaudan, F; Ureña Bracero, J (2011). «ACV». Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico. Salamanca: Universidad de Salamanca. ISBN 8-478-00572-2. OCLC 1120282809. 
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  12. Kaufman DM, Milstein MJ (2012). Kaufman's Clinical Neurology for Psychiatrists (en inglés). Elsevier Health Sciences. p. 892. ISBN 978-1-4557-4004-8. Archivado desde el original el 12 de octubre de 2013. Consultado el 1 de octubre de 2013. 
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  19. Mosby's Medical Dictionary, 8th edition (en inglés). Elsevier. 2009. 
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