sábado, mayo 07, 2022

MEMORIAS DE LETICIA VALLE



 



El deseo es tan misterioso como la muerte y está lleno de incertidumbres que vamos supliendo con la imaginación. Y es imaginación desbordada la que tiene Leticia Valle desde su niñez, aumentando en su pubertad y adolescencia, porque ya desde pequeña, es aficionada a sus juegos de fantasía, quizás para olvidar la realidad de niña huérfana de madre, rodeada de su abuela y tías, con un padre "que se fue a África a hacerse matar por los moros", algo incomprensible para una niña y también, en los tiempos que estamos, para muchos lectores o lectoras, como me ocurre a mí.

Esta imaginación le va a acompañar en el  camino de  su día a día, donde las maestras  van supliendo  a la madre que le falta, dándole los conocimientos materiales que necesita.  

Leticia Valle, como persona inteligente que es, siempre va a intuir  los entresijos  que  se ocultan detrás de una posible realidad. Por eso al llegar a ese gran paso que se da en la pubertad, seguida de la adolescencia,  intuye en don Daniel, algo que no sabe muy bien qué es, pero que existe y no se lo niega así misma. 

Esto es al menos lo que yo capto como lectora de Rosa Chacel en las memorias de la protagonista  y  supongo  que algo de la experiencia de la  autora, pudiera estar  reflejado en  el libro.

No sabemos a ciencia cierta que es lo que ocurre entre entre el archivero de Simancas y la adolescente protagonista porque  la autora nos lo deja a nuestro entender,  por causa del  deseo que tiene Leticia de saber y  el marido de su mejor maestra y amiga de enseñar, en un camino marcado por las circunstancias y  acompañados, no solo por lo que ambos aprendan de  lo que está escrito en los libros, sino también, lo que pueda ocurrir  en la incertidumbre de sus propios sentimientos.
 

La  acción se desarrolla en Simancas, cuna de los hechos que ocurrieron en el ayer, pero eso no significa que toda la verdad esté archivada en los legajos de su vetusto y hermoso edificio, pues también puede estar desfigurada, tanto por los escribanos, como por las personas que los leemos y desciframos. Ya que las interpretaciones de lo ocurrido hacen   bastante difícil el llegar  al calco, de una  realidad oculta.

Los hechos existen, pero es la interpretación de esos hechos lo que está llena de variables,  para que seamos, en este caso,  lectores y lectoras  protagonistas, del experimento que nos propone la autora vallisoletana en esta  novela,  que se  lee con avidez y que efectivamente, como se expresan en el  club de lectura de la Acequia y en la entrada del blog www.laarañitacampleña,  hay que leerla al menos dos veces, para intentar captar todo lo que nos propone Rosa Chacel, porque creo que la verdadera protagonista de este libro es la incertidumbre, que ya sabemos está llena de misterio,  como el amor y  a muerte. 


Nota particular:  Leí la novela en las vacaciones de Semana Santa  y me la dejé olvidada en  el viaje, algo que no sé si  lo hice consciente o inconscientemente, pero como la tenía desde hace años en mi biblioteca y no lo había leído hasta ahora, se  quedó  llena de anotaciones y subrayado, porque además, efectivamente, la había empezado a leer por segunda vez, algo que no he podido cumplir. 

El boceto de lo escrito hoy, lo he retomado después de bastantes días de dejarlo en  el borrador del blog,  al ser  incapaz de meter el diente  hasta  que esta mañana, me vino algo de inspiración. 

(c) Texto Luz del Olmo

 



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RECORDANDO A LOS AUSENTES

 




Hace  ya bastantes años, estuve trabajando en Standar Eléctrica que pasó a ser parte de ITT. Allí me encontré con buenos compañeros y compañeras que  hemos  seguido  en la amistad  y que  de vez en cuando, nos volvemos a reunir para comer y recordar los viejos tiempos, en estos nuevos  en los que nos encontramos. 

En días pasados, así lo hicimos y fue inevitable recordar a  Carlos Batres y Juan Navarro, pues en el año que  ha pasado, se han ido para siempre y ya no podrán estar con nosotros.

Carlos para mí fue más importante,  porque   trabajamos en  tareas  cercanas y  fomentamos la amistad.   A Juan, junto a otros compañeros del mismo departamento, lo conocía menos, pero lo recuerdo como hombre afable y buena persona.

 Al  llegar a  casa,  después de una jornada de  sol y lluvia, les hice estos haikus:

Lluvia que dejas,
en los que ya se fueron
imagen de agua.


Agua en El Lago.
Vino un fuerte aguacero.
Recordé ausencias.



El dibujo de arriba, me lo regaló Carlos cuando yo dejé esta empresa, para perderme por otros caminos que me llevaron a estudiar y  a seguir escribiendo.  

Con frecuencia no sabemos cuál ha de ser la trayectoria de nuestros senderos. 

(c) Dibujo: Carlos Batres 
     Texto: Luz del Olmo

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