Si algo me ha inspirado para escribir poemas o textos poéticos, ha sido precisamente el libro Poeta en Nueva York, y , a ello contribuyó, el caminar por la ciudad neoyorkina con este magnifico poemario del poeta granadino, en aquel noviembre de 1991, para descubrir cómo García Lorca se se siente Asesinado por el cielo, con Aquellos ojos míos de mil novecientos.. para comprender y saber que ellos, los negros, Odian la sombra del pájaro o Con una cuchara de palo le arrancaba los ojos a los cocodrilos, porque yo no tuve valor para pasear, ni tan siquiera en coche, buscando El rey de Harlem, hasta discernir la Balada de la Gran Guerra.....
Entonces me fui y en compañía de los tres amigos comenzamos a caminar en lo alto, luchando con la luna, por la terraza de las modernas y malogradas Torres Gemelas, esa luna que no vi, porque desde allí, se divisa el paisaje de la multitud que enamora y vomita y también orina, pero tú, el turista sientes el crepitar de las calles trepidantes, sin saber si el asesino va o vuelve entre todas las sombras, a las que nunca visita el sol, hasta encontrar esa esponja gris que lleva en sus agua el Hudson y es que nadie, nadie duerme por el mundo.....
Y así quisiera seguir en un libro que titulé Un invierno en Nueva York y que se quedó en uno de los muchos proyectos que duermen y sueñan su tiempo en un ordenador, para hoy, desempolvarlos y escribirlos en este Acorde azul.
Os dejo dos poemas que escribí, quién sabe si en 1991 o quizás ya en el 1992, porque tengo la mala costumbre de no fecharlos. Estos dos en concreto, son inéditos. Hay otros, que sí fueron publicados y los pondré en las siguientes entradas.
Asesinado por el cielo
Asesinada por el cielo
y el neón del Empire State,
por los cristales que matan
entre cuchillos de amianto
la luna, las estrellas
y el sol pro venir.
Asesinada por el cielo
en Brodway con la calle 32.
Yo estaba en la terraza
luchando con la luna.
Poeta en Nueva York
Federico García Lorca
La
luna que no vi.
Solo
luces
como
cuerdas infinitas
de
mariposas circunflejas
¡Nueva
York a mis pies!
Cuando
el sol
desnudaba
a la noche
con
la llama artificial
pensé‚
en ti y grité:
¡Libertad,
Libertad!
Pero
todo quedó inmóvil.
Como
la estatua.
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