CONTEMPLACIÓN
CONTEMPLACIÓN
Para mi sobrino Rafa.
No hacer nada.
Sólo mirar, contemplar
el paisaje de todos mis días.
Los caminos que van y vienen
aunque nadie los transite.
El árbol solitario en el monte
compañero de mi infancia.
Como siempre, allí están
los chopos en la alameda.
Y en las pequeñas lomas rojas
los insustituibles almendros.
Algún que otro pino.
El color oscuro de los prunos.
Los trigos recién segados
entre las uvas sin madurar.
La hilera de castaños
en la carretera vieja.
Cerezos, ciruelos, nogales
donde se adivinan los huertos.
con algún que otro paisano
regando con mimo,
antes de que el apriete el calor,
lo sembrado en primavera.
Contemplar, ver los tejados de las casas.
La iglesia y su espadaña
con dos campanas
que por ser domingo,
pronto repiqueteará.
Prefiero no mirar, porque es mejor
que los ojos no se detengan,
en las casas derruidas
y en los coches lejanos, veloces,
en el asfalto de una autopista.
Sí me gusta observar
los nuevos molinos de viento
que hoy, al ser el aire blando
deciden no jugar con el loco de la Mancha.
Me quedo absorta
en la claridad de este cielo azul
mientras trinan golondrinas
vuelan los vencejos
y a saltos caminan los gorriones.
Al terminar el poema que contemplo
han ido apareciendo
cúmulos de nubes blancas.
Si, Rafa, a veces sientes
que te esta rozando tu propia armonía
por eso crees que lo tienes todo
y es entonces cuando decides
que es mejor no nacer nada.
Luz del OLmo
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