miércoles, 25 de enero de 2017

Sirenas.

Fotografía de Pixabay: CC0

 

Para mi amigo Jesús.

 

Llega la noche a Sevilla, con sus carmines negros, gatos pardos, y sombras sobre sombras. En los callejones los ecos se hacen insoportables, retumban los ladridos que buscan a los perros, testigos de todo lo que no se ve. En este desierto de sonidos y de luz, hay gente con nombre, apellidos, madres, hijos, esposas... que asaltan las sombras detrás del delito, mientras más de un millón de paraísos descansan con la fuerza con que cierra la persiana. Dicen que la luna cuando es llena, es porque no respira. Los ángeles duermen , tienen los pies pequeños y las uñas llenas de plastilina, no habitan en los cielos aunque de cielo parecen sus ojos. Mientras, en las calles patrullan los valientes, al otro lado de los números que se marcan para proteger a los ángeles. No siempre fue tan fácil sentirse a salvo, y sin embargo yo me pregunto; ¿Quién protege al que protege?, de sus noches sin dormir.

sábado, 21 de enero de 2017

Mi pequeña Maitena.


Fotografía de Pixabay: CC0

Para mi niña Maitena, que hoy cumple otro enero, y ya lleva tres. Porque fue un día de invierno, tal como hoy, cuando decidió salir a este mundo falto de inocencia como la suya, a completar nuestra familia.



Quiero desplegar los pasillos,
partirlos con rayos de gala del mejor sol que encuentre
y dejarte venir a risa suelta.
Han pasado tres inviernos y un suspiro
desde que tu abuela, tu dulce abuela,
predijo ante todos los asombros de aquella habitación blanca
que serías rubia como el trigo,
trigo, y cascada en el alma de amor en flor.

Cumples otro enero,

y los campos de paz que alcanzo
cuando me pierdo en tu remanso,
son el amor que te siento, pequeña.
El que guardo en galaxias,
al lado de todos los  dioses que quieran existir.

Planchas las arrugas de mi piel cuando soplas tus velas,
y me enamoro más y más fuerte, de tu madre, de la vida,
y me viene como siempre,
cuando estoy en los remansos de los campos de tu trigo,
la caricia del fantasma: felicidad,
felicidad se llama.

Quiero que cumplas el sencillo deseo de salir corriendo a campo abierto
con toda la inocencia que te alcance con  tus tres años,
y vivas en menta Maitena, en menta fresca.

Felicidades pequeña, zorionak Maitena.

Te quiero tanto, porque menos no puedo.

Papi.

miércoles, 11 de enero de 2017

Voy a escribir un libro

Fotografía de Pixabay: CC0

Voy a escribir un libro, de más de muchas páginas,
empezaré por su sombra de ojos,
por sus pasos hacia mí, a los besos que le tengo.
Quiero que empiece en la niñez,
donde el mundo es plano como un remanso,
y el tiempo se detiene en una noche de verano,
y se arranca en un portero automático
con la voz de una madre.
Voy a escribir un libro, que pese tanto
como una pluma balanceandose hasta la nariz de una bruja,
que tenga los pies en la cabeza, y esta, en otra parte;
donde la realidad no existe, se transforma  como un primer encuentro.
Quiero que hable de mí, de ti,
de las aventuras de un perro vagabundo
por las lineas de mis manos.
Quiero escribirlo en servilletas, en el canto de un recuerdo,
en la sal que se desliza.
Quiero que sea abstracto y personal, más tuyo que mío,
que pique, que arranque y que amanse.
Quiero terminarlo y olvidarlo como un día de trabajo,
echarlo al fuego, recuperarlo medio vivo y hacerle el boca a boca hasta perderlo.
Y notar, notar de nuevo, que tengo que escribir un libro.