Fotografía de Pixabay: CC0 |
Para mi amigo Jesús.
Llega la noche a Sevilla, con sus carmines negros, gatos pardos, y
sombras sobre sombras. En los callejones los ecos se hacen
insoportables, retumban los ladridos que buscan a los perros, testigos
de todo lo que no se ve. En este desierto de sonidos y de luz, hay gente
con nombre, apellidos, madres, hijos, esposas... que asaltan las
sombras detrás del delito, mientras más de un millón de paraísos
descansan con la fuerza con que cierra la persiana. Dicen que la luna
cuando es llena, es porque no respira. Los ángeles duermen , tienen los
pies pequeños y las uñas llenas de plastilina, no habitan en los cielos
aunque de cielo parecen sus ojos. Mientras, en las calles patrullan los
valientes, al otro lado de los números que se marcan para proteger a los
ángeles. No siempre fue tan fácil sentirse a salvo, y sin embargo yo me
pregunto; ¿Quién protege al que protege?, de sus noches sin dormir.