Rosana y
Patricia nos proponen este tema:
“Carteeero!!! - Nuevo reto Juevero
Y otra vez nos toca ser anfitrionas en el RETO JUEVERO de esta
semana que se inicia.
Así que vayamos lentamente manejando o pedaleando o caminando o
volando, (cada uno elegirá la forma que mejor quiera) y de pronto algo o
alguien se descompone o le sucede algo que requiera detener esa marcha.
Justamente en donde se produce el detenimiento hay un bosque y en él una bella
cabaña, vacía para que se pueda pasar la noche.
La noche llega y en algún momento, se decide abrir la puerta y
¡Oh sorpresa!, llegan hasta allí, cual hojas de otoño una cantidad de sobres
que contienen cartas.
Ahí, justo ahí, está el punto en cuestión: ¿Qué dicen las
cartas?, ¿Quién o quiénes las han enviado? ¿Para quién? ¿Desde dónde?
Ojalá puedan hacer volar la imaginación al igual que el vuelo de
las cartas y relaten lo que su cerebro les dice, condensándolo en
350 palabras. - Rogamos cumplimiento de esto.
Rosana y
Patricia”
El caso de la
cabaña en el bosque
Sofía y yo llegamos a esa
cabaña aislada, guiados por pistas inusuales, como las cartas arrastradas por…
-…ayudantes invisibles invocados por De Vemiis Misterys –le comenté
a Sofía, que abría algunas de esas cartas.
-Terrorífico pero no tanto como el contenido de las cartas
–contestó Sofía.
-El fugitivo, debe de estar muerto de miedo –comenté leyendo el
nombre del destinatario, Carlos Ward.
Ward, con ropa cara pero descuidada, nos atacó con un cuchillo.
Yo lo derribé y desarmé. Sofía le dijo que se calmara.
-Es necesario que nos escuche –le dije- Yo soy Ulises Lestrade,
detective paranormal. Y ella es Sofía Electra Valentino, mi pareja.
-¿Cómo me encontraron?
-Estemos investigando su caso –intervino Sofía.
-Su nombre es Carlos Ward. Empresario con cierto éxito en
negocios.
-Recibió una visita de José Curven y Abigail Muir, quienes le
pidieron donaciones para una Fundación –agregó Sofía- Resultaron intolerantes
con las negativas.
-Unos socios se negaron a pagar –confirmó Carlos Ward- Y los encontraron desangrados,
con cara de terror.
-Estamos investigando esas muertes. Y por eso llegamos hasta
acá.
-Nosotros entendemos de estas cuestiones –agregó Sofía.
-¿De verdad? –pregunto Ward- ¿Y qué tengo que hacer?
-Descansar, y dejar que
nos hagamos cargo del problema –le respondí.
Mientras Ward dormía, hicimos preparativos.
-No tendremos que esperar mucho –comentó Sofía- La cabaña está
muy apartada de los caminos. Pero recurrieron a ayuda sobrenatural para
encontrarla.
-Además, Curven y Muir están ansiosos por cobrar deudas. Lo que
les será fatal.
Sólo esperamos unas horas para verlos llegar, en un auto. Curven
tenía los hombros encorvados, parecía tenebroso. Abigail tenía un cierto
atractivo, que resaltaban sus rasgos oscuros.
-Bienvenidos, pueden pasar –dijo Sofía- No podrán hacer daño.
-Ward está protegido en el sótano –agregué yo- Y les aconsejo no
recurrir a invocar al vampiro lóbrego.
Curven no hizo caso a mi
consejo, recitó una invocación mortalmente efectiva.
- ibi, Magnum Innominandum, signa stellarum nigrarum et
bufaniformis Sadoquae sigillum.
Se escuchó una risa tenebrosa, una luz color rojo sangriento
ilumino el lugar.
Pero Sofia y yo recurrimos a un conjuro de protección. Y entonces, fue Curven el atacado. Algo lo lo
mordió y lo fue desangrando.
Mientras, Abigail gritaba de terror.
Curven cayó muerto, ensangrentado. Y Abigail se arrodilló a
nuestros pies.
-Levantese, no le haremos daño –contestó Sofía.
-No es necesario. A partir de ahora, será acechada el resto de
su vida.
Abigail cargó el cuerpo Curven, en un recipiente. Y se fue en su
auto.
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