Desde ¿Quieres que te cuente?, Charo nos desafía a contar una historia
sobre una escalera. De una escalera de emergencia, que descienda a un sotano,
de madera, de material, lo que nuestra imaginación presente. Y ya que se
menciona a la inspiración, les presento…
El
descenso de la musa
Ser testigo de su
aparición, tener la visión de la musa exige una preparación previa, un compromiso.
La lectura de ficciones de quienes han sido inspirados, ver
ficciones televisivas y cinematográficas. Incluso la admiración de mujeres
dignas de ser llamadas musas.
No respetar el convenio significaría el silencio.
Llega el momento de la cita. Lo primera es visualizar una
escalera, una escalera mítica, digna de una deidad, una escalera sin principio
y sin fin. Es fundamental la suspensión de incredulidad, no cuestionar que sea
posible. Hay que esperar hasta que se materialice.
Y luego esperarla a ella. Suelen escucharse sus pasos, haciendo
eco, un sonido armonioso.
En algún momento, inesperado ella aparece, un poco distante.
El convenio exige no avanzar hasta ella, que ella sea ella quien
tome la decisión. Algo que no ha pasado.
Y entonces se produce la inspiración, algo que se siente como un
golpe. En las mejores condiciones, se tiene toda una historia para contar. Ella
suele presenciar, el comienzo de la escritura, el empeño, que ella exige, para
escribir.
En algún momento se descubre que ella no está. La tarea se vuelve
ardua, pero no es una excusa para detenerse. Es el precio de la inspiración.
Hay veces en que ella se limita a una sutil inspiración.
Otras veces, se escuchan sus pasos pero ella se niega a
manifestarse. Está claro que ella está exigiendo alguna invocación, como la
Lluvia de ideas.
Nada garantiza que ella aparezca. A veces, la musa falta. Y sólo
hay silencio. Se puede recurrir a historias que otros han escrito, a algunos
propios relatos. No siempre funciona. A veces, sólo hay silencio.
Pero ella es impredecible. En algunas ocasiones, se percibe su
llamado. Y hay que acudir en horas atípicas, para encontrarse con ella. Para
que ella ejerza su oficio de musa.
Y entonces, a escribir.
Ser testigo de su aparición…
Más escaleras en
lo de
Charo