Buenos días, en la mañana de Sábado Santo, en esta Semana Santa lluviosa que la borrasca Nelson nos ha regalado. Ayer, fue el Santo Entierro, literalmente "a la carrera" y con impermeables para las imagenes. Me lo contaron.
Sea la ocasión que sea, no me pierdo la oportunidad de deambular por mi Catedral, la de Burgos, un poco más allá, sin sacar "visado". Siempre es un regalo para mis ojos, solo el cimborrio bien vale una misa o miles de misas.
Y quién dice cimborrio dice capilla de Santa Ana aunque sea desde la reja, dice bóvedas, columnas, triforios, ¿girola? no, de allí no se podía pasar. Las monjitas argentinas en guardia.
Por la mañana, fue limitado el itinerario sorteando respetuosamente a los fieles que asistían a la procesión del "Desenclavo", pero me mereció la pena.
La historia de mi fe, esa no la cuento aquí, no es lugar. A mi manera, cumplí con el Viernes Santo. Alguien me comentó que donde hubo fuego quedan rescoldos, puede ser.
Ya ve, Sor Austringiliana, mi viernes santo.
María Ángeles Merino