Algunas veces sonrío

Algunas veces sonrío
Si creo que me estás mirando
O si el brillo en tu melena
Parece el mediterráneo.

Algunas veces sonrío
Si te pongo un nombre falso;
Y me asomo por tu espalda
Y con la vista no alcanzo.

Algunas veces sonrío
Si en la luna está tu cara,
Si en un árbol tus abrazos,
Si en río tu mirada.

Algunas veces sonrío
Si sonríes y me contagias
Si pintamos las paredes
Donde deshaces la cama.

Y sonrío;
Después de la última copa
A mí me apetece otra,
Y en la última estación
Yo me quedo en el vagón
Y sonrío.

Y sonrío;
Cuando no contesto nada
Y adivinas la mirada,
Y cuando se cansa el sol
Sale la luna y sonrío,
Y sonrío.



Algunas veces sonrío
Con las mentiras que pienso,
Con las verdades que callo
Y con las que estoy diciendo.

Algunas veces sonrío
Con la mano en el bolsillo
Vacío de inspiración.
Sonrío como los niños.

Algunas veces sonrío
Cuando salgo por la puerta.
Sonrío para mí mismo
Y se aclaran las tormentas.

Algunas veces sonrío
Y no me gusta explicarlo.
Porque las explicaciones
No se las dejo ni al llanto.

Y sonrío;
Después de la última copa
A mí me apetece otra,
Y en la última estación
Yo me quedo en el vagón
Y sonrío.

Y sonrío;
En la soledad divina
Que es cómplice de la risa
Me descalzo, me desnudo,
Y me rodeo de humo,

Y sonrío.

Atardecer


Al sol le cuesta poco si la tarde
Le pone cuesta abajo el dormitorio,
Como si la cigarra de aquel cuento
Hundiera a las hormigas en el lodo.
El sol es el poder, mas no la fuerza,
Es el calor sin un corazón loco;
Amanecen por él miles de almas
Y mientras desayuna, de algún modo
Alguien sube la cuesta en la mañana
Y él disfruta otra vez la tarde sólo.



Han pasado más horas que un verano.
Se descubrió con nubes en los ojos
Mientras miraba un cuadro de su cara;
El negro aquel también brilló en el fondo
De una pequeña lista de mañanas
Y comenzó la lucha contra el lobo,
Del agua contra el fuego, de la sangre
Contra el aire, de todos contra todos.
Y al sol no le gustaba atardecer
Y la hormiga comió cigarra al horno.

Tendrían que juntarse tantas nubes
Para escribir al menos un recodo
De la historia del sol, maldita historia;
Tendría que llover más de un otoño
En la revolución de los esclavos
Que pinte las auroras como el oro.
Así como la tarde es silenciosa
Así reza el verdugo sin su trono.
Y con esa violencia de colores
nos trata el corazón puesto en remojo.


Zurich, 14 de Febrero de 2013.

Después



Después de haber errado tantas veces
Incluso sin saber que a cierta edad no está permitido,
Y además engordo mi delito
Confesando que me alimentaba de la carroña de errores ajenos
Y los usaba de ungüento sanador.

Después de arrepentirme de haber inflado el pecho con mi supuesta mala fama.
Porque sólo los malos llaman la atención como el perro a las ovejas;
Aunque estas ovejas de hoy día sepan ladrar.

Después de tropezar con las palabras
Pienso que seguir tropezando es una enorme falta de atención al traductor de mis sentimientos.
Esta maleducada boca me avergüenza,
Y yo, tan frívolo, tan incómodo,
Me enzarzo en la batalla de olvidar lo que dije;
Quizá si yo las olvido a ellas, ellas me olviden a mí,
O me recuerden en silencio.

Después de curar un par de úlceras de corazón
La sangre aún se atranca al pasar por la cicatrices,
Pero sigue caminando cansada,
Cansada caminando,
Y todo esto sin saber si tenía el latido donde todo el mundo
O en la perversa puerta de mi sexo.

Después de haber buscado el mar con las ventanas cerradas
Ahora tengo uno que me gusta y sonríe como un niño sin dientes,
Y tiene el atractivo de una adolescente que usa crema para los granos.

Después de haber cambiado el por qué por me da igual
Y no haberme siquiera reprochado el por qué tanto por qué
Al final entiendo que no soy yo el que va a parar la lluvia
El que va a vestir al sol de domingo,
El que adivine cómo continúa la canción desesperada.

Después de haber sido tan débil como la flor de almendro,
Tan fuerte como las viejas cepas que en primavera presumen de extremidades nuevas,
Después de haber pasado el invierno con las manos heladas
Y mis dedos de témpano no me dijeran nada
Más por holgazanes que por educados,
Aquí estoy otra vez:
Agitando una bandera cada tarde
Mientras pienso que este sencillo gesto me hará progresar sin violencia.



Después de una caja de sueños de cristal de bohemia
Quiero hacer un viaje que dure lo que hasta ahora he vivido,
Y como no pretendo defraudarme
Mañana seguramente esté de vuelta.
Me voy tan lejos de mí mismo.
Me voy con la canción que aquí me deja.

Martos, 1-8 de Abril de 2013.

Siempre pensando


El ser horizontal y silencioso
No es aquel que renuncia a la batalla;
Mirad el mar y a sus leves susurros
Siempre luchando con sus tripas marinas
En la tranquilidad, en la constancia.



Esa respiración, salino aliento,
Esas ancianas cejas vigilantes
Que se dejan llevar domesticadas
Por los bailes del viento y de la luna
A una muerte segura y merecida
En las uñas de arena de la playa.

Viene la eternidad tan repetida
Cada vez que una ola coge aire
Que no parece eterna, sino breve.
Viene la eternidad y se va el tiempo,
Y se va, y se va, y se va el tiempo.

Y un nuevo tiempo llega tan desnudo,
Como el mar, sin raspón que lo sostenga,
Tratando de inventar de lo inventado
La necesaria armonía que crea el caos.

Y observando la tragedia de las aguas
Me voy haciendo un ser horizontal
Y silencioso; leve como el líquido.
Sonriente niñez que se renueva,
Que se quita el abrigo aunque haga frío,
Que me abandona y vuelve, y me abandona.
Y en esa lucha estoy: siempre pensando.

No quieras entender a la marea tanto como la entiende el marinero



No quieras entender a la madera
Tanto como la entiende el carpintero.
Pequeño dios, milagro equivocado,
Religión sin santo ni santero.
Si alguien se cae, observas su torpeza
Y en tus ojos se ve un titiritero;
Ni soporta ya el aire a tus pulmones
Ni cabe ya tu ropa en el perchero.
“Maldita sea el amor que me enamora
Y me impide hacer lo que yo quiero:
Que mi nombre llene la voz del viento
Aunque el eco no suene verdadero;
Que visiones y sueños se me ausenten
Aunque el futuro rompa lo que espero.”
No pretendas querer que crezca el trigo
Tanto como lo quiere el panadero.

Sólo los ricos gritan en privado;
Para ellos sale el sol, un caballero
En la calle desnudo pasa frío;
Quizá debamos regalarle un sombrero,
Un sombrero elegante, que le sirva
Para mirar por encima a su portero,
Y las montañas piensen que a su gracia
De deben, por deber, el mundo entero.
Es difícil empresa amarse cuando
La luna va detrás, y el sol primero.
Cerramos la ventana, y abrimos si
Mañana es otra vez uno de enero.
Una oscura mañana es una pena
Si ves que va buscándote un lucero,
Pero es peor aún que el aire frío
Te susurre al oído: embustero.
No quieras entender a la marea
Tanto como la entiende el marinero.


Deberíamos quitarnos la coraza
Y hacer trizas la foto de guerrero,
Ir por la vida a corazón abierto
Ir por el mundo a corazón entero,
Y ver que no nos duele el oleaje
Ni las nubladas tardes de febrero,
Ni el espesor del bosque en las ciudades
Ni el odio cuando mira un extranjero,
Ni la verdad brotando en nuestra boca
Ni la mentira que, como aguacero
Inunda la conciencia sin paraguas.
Ya ni el sol me parece verdadero.

Silencio



Esto no es el silencio
Es el ruido que miente,
Que espera el sueño
En las grietas negras de los viejos ladrillos
Que aún respiran secretos.
Irrumpe en los cristales,
Claros como un deseo,
Cuando el despertador abre la puerta de los basureros
Para que tú elijas el más limpio.




Hay un apuntador en cada esquina
Que te habla si olvidas tu papel,
El mismo apuntador, la misma frase;
Desde que la aprendí
Ya sólo sé actuar fuera de escena.

                     * * *

No percibo vuestra nueva belleza.
Vuestro silencio zumba en los oídos;
Se clava con limpieza
En mi evadida mente.

                     * * *

Quizá no sobre tiempo
Si arreglas las roturas de este mundo.
Ahora saboreo la marejada ansiosa
De llegar a encontrarte
En esta íntima terraza de palabras
Con vistas a mí mismo
Donde ayer oí silencio.
Quizá me haya mentido:
Hoy he visto sus huellas que se alejan.

Paisajes



Como al irse las nubes,
Así queda de limpio un pensamiento,
Tendido, a veces, sobre la libreta,
Quizá saltando de un oído a otro
Cuando se oye la guerra.

Como el peso del sol
Que nadie lo desata de la espalda,
Y el alba niña ya, todo lo pinta;
En un recuerdo de calor, te asalta
Como al papel la tinta.

En aquellos paisajes
En calma como el hombre que calla
Estuve paseando hasta aburrirme,
Y después de dejarlos en la playa
Sentí que quería irme.

Como el verde del árbol,
Tan verde hoy, y mañana quien sabe;
Pálida la mirada amaneciendo,
Tan intensa la tarde que no cabe
En lo que estoy diciendo.



Como el azul del mar
Como el azul del mar que no es el cielo,
Se confunden, se abrazan en verano;
Alguno de los dos parece el suelo
O un sueño reflejado.

Los caminos estrechos
Esconden el encanto de la duda
Sin responder al ojo que no ha visto
El veneno de la verdad desnuda.
Los estrechos caminos.