viernes, 16 de marzo de 2018
Reseña de ¡Corre! en "El mar de letras".
http://elmardeletras.blogspot.com.es/2018/03/corre-santiago-carabias.html
¡Corre! - Santiago Carabias
Baile del Sol es una editorial muy prolífica, a la que apenas me da tiempo a seguir la pista en cuestión de novedades. Da voz a autores desconocidos o noveles, me gusta especialmente su selección poética pero también he descubierto grandes novelas y rarezas gracias a ellos. Es una editorial perfecta para lectores sin prejuicios, ya que ofrece la posibilidad de conocer voces nuevas por las que otras editoriales no están dispuestas a apostar.
En este caso, la obra que nos ocupa es una novela de género negro de Santiago Carabias (Segovia, 1977), un autor cuyo lugar de origen le ha inspirado para enmarcar la trama con un paisaje agreste de fondo. Carabias ha publicado otras dos obras con bastantes años de diferencia entre ambas, desconozco si se dedica a tiempo completo a la labor de escritura. A mí me ha entretenido bastante esta obra que sin embargo creo que no tiene opciones para mantenerse en las mesas de recomendados, ahora veremos por qué.
El único que pasas un buen rato es el lector
Es poco usual encontrar un título que incorpore signos exclamativos o interrogativos. Sin ellos, en este caso, creo que “¡Corre!” también estaría bien (aunque es cierto que así queda claro que se trata de un imperativo, sin exclamaciones podría pasar por presente y cambiaría el sentido), pero compro la idea, me parece divertida: se sale de lo común. Sí incluyen símbolos exclamativos los títulos de algunos libros de "autoayuda", muy exagerados habitualmente en sus diseños de cubierta, o excepciones de otros ámbitos como el tan popular “¿Quién se ha llevado mi queso?”
Dejando a un lado la información de cubierta, pasamos a dar la vuelta al libro y en el resumen se nos indican los ingredientes que le dan forma a la trama: un pueblo dormitorio cercano a la sierra, inquinas entre vecinos, calles solitarias, un perro, un crimen. Pero hay más: dos guardias civiles incompetentes y la promesa de un buen rato de lectura con esta frase definitiva con la que me he partido de risa: “Entre el fugitivo, que no es precisamente Robinson Crusoe; y los perseguidores, que de sabuesos tienen como mucho las ojeras y el parecido a una salchicha, se desarrolla una historia en la que el único que pasa un buen rato es el lector.”
Honesto y divertido
“¡Corre!” es una novela sin grandes pretensiones. Está escrita de una forma muy fluida, la redacción es muy correcta, todo en ella incita a la lectura rápida. Tiene un comienzo brutal, el asesinato de un pato a sangre fría con todo lujo de detalles (no destripo nada que no suceda en la primera página). Lo que sigue no es mucho más amable, las escenas violentas o de incómoda supervivencia a la intemperie están descritas con detalle. En ese sentido se puede decir que el hilo argumental gira en torno a lo cutre, a los bajos fondos, a explorar el lodo atascado en los recovecos más oscuros del alma humana. Los del alma de un psicópata, en este caso, pero también de quienes se ven envueltos en los acontecimientos y tampoco están libres de maldad e instintos turbios.
Ya digo que a Defoe se le fue de las manos completamente lo de los animales domesticados; pero lo de la película “Naúfrago”, con Tom Hanks al frente, ya sí que es de capítulo aparte. No digo que el gordo Hanks, que empieza siendo un zote para la pesca, la caza y la supervivencia en general, no espabile a fuerza de hambre, y aprenda en unos años a buscarse el sustento; pero es que no se conforma con eso y termina haciéndose una barca con vela abatible, se mete dentista y si hubiera estado un par de meses más en la isla, habría terminado haciendo la declaración de la renta a las iguanas.
En este sentido, y salvando las gigantescas diferencias, tiene unos cuantos paralelismos con el último gran lanzamiento de la editorial Espasa, un thriller que también utiliza algunos escenarios de la sierra y que debe resolver la Guardia Civil: hablo de “Morir no es lo que más duele”, la ópera prima de Inés Plana, que me dejó boquiabierta.
Sin embargo, creo que Santiago Carabias no ha dotado de tanta psicología ni dibujado tan perfectamente a sus personajes como sí sucede en “Morir…”, ya que individualmente no son capaces de atraer la atención del lector tanto como para que llegue a interesar la historia personal de cada uno. Son un tanto arquetípicos con pinceladas que los humanizan, para el caso sirven perfectamente porque se trata de una novela de entretenimiento sin grandes pretensiones. También el caso a resolver es mucho más sencillo, no hay subtramas ni tanto cuidado en la composición de la novela.
Entre Ávila y Segovia
La acción transcurre en zonas de la sierra, en un pueblo dormitorio con poca actividad y un bosque cercano. Este marco enlaza con la austeridad y los colores terrosos con los que imaginamos también a los protagonistas. La dureza del día a día del fugitivo recuerda ligeramente en la sensación de agobio a la novela “Hambre” de Knut Hamsun. Por su parte, el criminal es torpe y básico, pero no tiene mucho más interés. Pero los dos guardias civiles parecen salidos de una película de Pajares y Esteso.
Por un lado, es divertido que sean tan torpes incluso aunque sepamos que esos casos a veces se dan en la realidad entre las fuerzas y cuerpos, etc. Pero, por otro lado, aunque exista incompetencia entre los guardias, es difícil que a un agente que está siendo vigilado por prácticas sospechosas le permitan llevar a cabo una investigación por su cuenta sin detenerle, tampoco es creíble que él solo tome las riendas de una investigación para la que no ha sido designado sin ni siquiera tener recursos para ello, en este sentido se pierde el hilo de la trama, porque resulta muy increíble.
Tampoco es verosímil que ambos guardias averigüen datos clave por ciencia infusa, así como la sucesión de los últimos acontecimientos que dan lugar a un final rocambolesco. Es un corre que te pillo campo a través: ¿divertido para pasar un rato de lectura?, sí, lo es y mucho: pero se hace inverosímil y esto a la fuerza le resta calidad al conjunto.
Hay un paralelismo interesante que he extraído de la lectura, y es el siguiente: el del criminal encerrado en una celda VS el trabajador esclavizado por el sistema que se cree libre pero no puede escapar a su hipoteca, a su trabajo, etc.: falsa sensación de libertad en la que en realidad estamos todos atrapados.
Una lectura entretenida, en fin, que con más tiempo y el respaldo de una buena documentación periodística podría haber brillado mucho más. La recomiendo si quieren pasar un buen rato disfrutando de las irreverencias de los guardias civiles y de unas soluciones argumentales caídas del cielo. Engancha desde el principio y la redacción es muy fluida. Aunque se trata de un thriller tiene momentos de humor y se hace muy entretenido
Reseña y entrevista en "La biblioteca de Miguel Borgas"
http://labibliotecademiguelborgas.blogspot.com.es/2018/03/resena-corre-de-santiago-carabias.html?m=1
Reseña «¡Corre!» de Santiago Carabias
Título: ¡Corre!
Editorial: Baile del Sol Ediciones
Año: 2017
Género: Novela de aventuras, humor, policíaco
Autor: Santiago Carabias
Ilustraciones: No
Páginas:176
Precio: 10€
Conseguido: Ejemplar enviado por el autor para su reseña.
PRESENTACIÓN:
Nos encontramos ante la segunda novela de este autor de Segovia. Una historia muy sencilla de leer, que nos hará pasar muy buenos ratos y que nos narra las peripecias de tres «genios» por el entorno natural de la provincia. Para los que somos de pueblo será un maravilla y más cuando hemos vivido, aunque no en nuestras carnes pero si de forma cercana, algo parecido y en el mismo tono de humor.
OPINIÓN:
Lo primero decir que la novela tiene dos partes muy diferenciadas, todo empieza con el asesinato de un concejal que a su vez atropella al perro, Col, del protagonista y este estalla en rabia reventando la cabeza del político contra el capó del coche. Veremos como Fernando se obliga a salir corriendo al monte a vivir como un fugitivo, pero sin tener ni idea de como se hace eso. Pues en esta primera parte se nos hablará de las mil y unas peripecias que vivirá Fernando y entre capítulos tendremos un texto que nos contará de forma fragmentada como paso el accidente. En esta mitad se nos presentará a los sabuesos que persiguen a nuestro protagonista, dos guardia civiles de pueblo, el Sargento Juan y su subordinado Alfonso, de Cadiz. Es importante no olvidar que la obra transcurre en Castilla y León y eso queda muy bien reflejado en el comportamiento de los personajes, pocos, que salen a lo largo de la historia. Los dos que visten el verde por la patria son el claro ejemplo de ese gente, que sin pasión por su trabajo, o ya perdida, quieren hacer algo grande para demostrar que aprobar una oposición sirve para algo. Y la verdad es que el hastío y la apatía que sienten ambos queda reflejada en cada momento que salen, desde problemas con el alcohol, el gusto por las meretrices y demás tópicos sobre la Guardia Civil más arcaica y rancia están aquí, pero con mucho respeto no se me ofenda nadie. Pues como decía, aquí se nos presentará todo lo ocurrido y la investigación que llevan a cabo, ya que van a ciegas, sin saber quien ha podido causar la muerte de un político propio de la zona, de esos que no caen bien y que son más chanchulleros que trabajadores. Mientras la uniformados dan palos de ciego en todas direcciones, veremos como a Fernando le asaltan mil dudas de como seguir adelante, de como seguir viviendo allí, de que hacer para comer día a día y de como llevar una higiene diaria normal, en mitad de la sierra. La segunda parte de la novela, se verá a nivel de estética de la novela incluso ya que no tendremos capítulos, ni esos cortes en cursiva que nos narran como murió el galgo, y la historia irá directa y sin cortes, salvo los párrafos que separan las vivencias de cada personaje, para que el lector sepa, a quien está siguiendo en cada momento, esto es muy de agradecer, ya que ayuda a centrar bien la lectura y a saber en cada momento donde estamos. Aquí los oficiales habrán descubierto al asesino, el nombre, pero no el aspecto físico y en un alarde de iniciativa, los dos subirán al monte a buscarle, sin saber por donde empezar y sin saber seguir las pistas que el propio fugitivo va dejando sin darse cuenta. Esta parte de la novela tiene momentos de introspección de cada personaje, ya que este trío destacará por una cosa que los une a todos, la desazón existencial. Cada uno con sus problemas, ya sea por el odio que empieza sentir por el borracho e inútil de su sargento, ya sea por lo pretencioso de un gaditano que se cree mejor agente, o ya sea por la soledad más abrumadora jamás sentida y la enorme pérdida del único ser querido que se tenía, un galgo asustadizo que tan solo quería correr en libertad. Se darán secuencias tremendas en los refugios y es una maravilla ver como los personajes se van hundiendo en su miseria poco a poco, despacio y sin forzar las cosas, dando un toque de realismo a toda la obra.
El final, sin que os lo cuente, será ese cierre de oro que necesita este libro, aquí los agentes ya estarán muy alejados uno del otro, hasta el extremo del odio visceral, Fernando solo podrá contar con una familia traidora que poco se preocupa de su situación si no es para sacar tajada, no olvidemos que estamos en Castilla y León y el carácter «asquerosillo» lo llevamos de serie en algunas cosas. Y ante semejante panorama tan solo queda hacer una cosa; «¡Correr!».
Si esta es la historia ahora os hablaré un poco del estilo del autor, primero decir a Santiago (espero que no se moleste por esto) lo conocí por el mundo musical en su grupo «La Belcho Band» y el carácter jocoso de sus letras y su particular puesta en escena era cojonuda y creo que eso afecta al libro en sí. La forma de escribir es clara, directa y sin adornos innecesarios, salvo cuando a alguno de los protas se le va la pinza, cosa que ocurre a menudo y les deja divagar en pensamientos enredados y sin sentido ninguno. Entonces si veremos un buen juego con el lenguaje, con giros de argumentos, dentro del pensamiento, y cierres extraños, pero es lo que hacemos todos al dejar nuestra mente libre. Otra cosa que sale a flote son las novelas clásicas de aventuras y como el protagonista las vas destrozando, escondiendo así las ideas del autor, comparándose por ejemplo con el archiconocido Señor Crusoe y su facilidad para sobrevivir o como el Señor Hanks, de ser un urbanita pasa a ser un genio de la vida en situaciones adversas, en la famosa película del balón.
Nos encontraremos además con un humor latente en toda la obra, pero en ocasiones rozará ese humor negro y ácido que nos hará sonreír porque no somos nosotros los que estamos perdidos en el monte, sin saber que hacer o como que frutas comer y evitar la descomposición.
Lo mejor de la novela es su facilidad de lectura y rapidez, al ir casi siempre al grano nos dejará en vilo tras cada pagina, en ocasiones por ver hasta que donde toca fondo la triada que nos guía en la historia, y otra por ver que ocurre, si se ven, se encuentran o se reconocen en el monte, aun teniéndose delante o habiéndose cruzado con la misma gente. Dando lugar a situaciones en las que el lector tendrá el corazón partido, entre Fer y los agentes, ya que no sabremos si callarnos para proteger al, lamentable, asesino o ayudar a la autoridad diciéndoles que la persona de la que están hablando es a quien buscan en realidad.
CONCLUSIÓN:
Una buena novela para pasar un buen rato, no creo que lleve más de una semana leerla, y en especial a los que les guste los parajes naturales y el senderismo, yo ahora mismo tengo en mente hacer la ruta de este peculiar fugitivo para ver de primera mano por donde ocurrió todo. También es muy recomendable para los que les guste los thrillers y el genero policíaco, pero ese que hacia Leslie Nielsen, que se tomaba muy en serio la sátira de lo serio y lo ridículo de la heroicidad de la gente de esas películas y novelas. Si buscáis algo ligero, pero con un peso emocional encubierto, no busquéis más.
ENTREVISTA A SANTIAGO CARABIAS
1- ¿Cómo surge la idea de «¡Corre!»?
La verdad es que no me acuerdo de cómo se me ocurrió, pero me apetecía contar una historia de un fugitivo en los Montes de Valsaín. Lo único que tenía claro era el principio; el hecho que le obliga a huir, su supervivencia en el monte y la persecución. El final lo cambié completamente en una de las correcciones. El otro día me dijo un amigo que el libro termina cuando me canso de escribir. No sé si eso quiere decir que es un final abierto, o si me estaba llamando vago. Supongo que lo segundo.
2- Los escenarios que nos presentan parecen todos reales, ¿lo son también los personajes? Aunque tenga los nombres cambiados claro…
Los escenarios son todos reales. Están en la sierra de Guadarrama, en la vertiente segoviana. Los personajes… ¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué si son qué? Supongo que el personaje más real es el protagonista, que por supuesto tiene muchas cosas mías: las malas. Egoísta, cobarde, inseguro, egocéntrico, vanidoso… Sí, amigos, así soy yo.
3- Algo que llama la atención son las alusiones a otras obras literarias, ¿a qué se debe?
Según lo iba escribiendo, iba comparando cómo se las arregla el protagonista huido, con las habilidades de otros supervivientes de libros de aventura. Fernando, que así se llama, va aprendiendo, pero muy poco. También es verdad que la acción se desarrolla en pocos días. No sé si todos podríamos sobrevivir en la naturaleza, o si es una capacidad que tuvimos como humanos pero que hemos perdido. Yo la he perdido fijo. Me dejan a mí en el campo solo y no duro ni diez minutos. Me come una vaca o algo.
4- ¿Qué planes para el futuro tienes?
Seguir siendo una estrella del rock and roll y publicar un libro de vez en cuando. Ahora mismo estoy esperando la liquidación de los derechos de autor de ¡Corre! y bueno, no sé si ir mirando yates o colchonetas hinchables. Me compraré algo caro porque no creo que tarden en llamarme para hacer una serie o una película. Supongo que querrán que yo sea el protagonista, también, y, claro, lo tendré que hacer… dejar el curro, ir a fiestas, entrar y salir de centros de rehabilitación y todo eso. Así, a grandes rasgos, esos son mis planes. Soy un tío muy normal.
BIOGRAFÍA Y REDES
En 2008 publicó Crimen en el barrio, en 2012, Colón nunca lo hizo (editorial Talentura) y en 2017, ¡Corre! (Baile del Sol).
Reseña «¡Corre!» de Santiago Carabias
Título: ¡Corre!
Editorial: Baile del Sol Ediciones
Año: 2017
Género: Novela de aventuras, humor, policíaco
Autor: Santiago Carabias
Ilustraciones: No
Páginas:176
Precio: 10€
Conseguido: Ejemplar enviado por el autor para su reseña.
PRESENTACIÓN:
Nos encontramos ante la segunda novela de este autor de Segovia. Una historia muy sencilla de leer, que nos hará pasar muy buenos ratos y que nos narra las peripecias de tres «genios» por el entorno natural de la provincia. Para los que somos de pueblo será un maravilla y más cuando hemos vivido, aunque no en nuestras carnes pero si de forma cercana, algo parecido y en el mismo tono de humor.
OPINIÓN:
Lo primero decir que la novela tiene dos partes muy diferenciadas, todo empieza con el asesinato de un concejal que a su vez atropella al perro, Col, del protagonista y este estalla en rabia reventando la cabeza del político contra el capó del coche. Veremos como Fernando se obliga a salir corriendo al monte a vivir como un fugitivo, pero sin tener ni idea de como se hace eso. Pues en esta primera parte se nos hablará de las mil y unas peripecias que vivirá Fernando y entre capítulos tendremos un texto que nos contará de forma fragmentada como paso el accidente. En esta mitad se nos presentará a los sabuesos que persiguen a nuestro protagonista, dos guardia civiles de pueblo, el Sargento Juan y su subordinado Alfonso, de Cadiz. Es importante no olvidar que la obra transcurre en Castilla y León y eso queda muy bien reflejado en el comportamiento de los personajes, pocos, que salen a lo largo de la historia. Los dos que visten el verde por la patria son el claro ejemplo de ese gente, que sin pasión por su trabajo, o ya perdida, quieren hacer algo grande para demostrar que aprobar una oposición sirve para algo. Y la verdad es que el hastío y la apatía que sienten ambos queda reflejada en cada momento que salen, desde problemas con el alcohol, el gusto por las meretrices y demás tópicos sobre la Guardia Civil más arcaica y rancia están aquí, pero con mucho respeto no se me ofenda nadie. Pues como decía, aquí se nos presentará todo lo ocurrido y la investigación que llevan a cabo, ya que van a ciegas, sin saber quien ha podido causar la muerte de un político propio de la zona, de esos que no caen bien y que son más chanchulleros que trabajadores. Mientras la uniformados dan palos de ciego en todas direcciones, veremos como a Fernando le asaltan mil dudas de como seguir adelante, de como seguir viviendo allí, de que hacer para comer día a día y de como llevar una higiene diaria normal, en mitad de la sierra. La segunda parte de la novela, se verá a nivel de estética de la novela incluso ya que no tendremos capítulos, ni esos cortes en cursiva que nos narran como murió el galgo, y la historia irá directa y sin cortes, salvo los párrafos que separan las vivencias de cada personaje, para que el lector sepa, a quien está siguiendo en cada momento, esto es muy de agradecer, ya que ayuda a centrar bien la lectura y a saber en cada momento donde estamos. Aquí los oficiales habrán descubierto al asesino, el nombre, pero no el aspecto físico y en un alarde de iniciativa, los dos subirán al monte a buscarle, sin saber por donde empezar y sin saber seguir las pistas que el propio fugitivo va dejando sin darse cuenta. Esta parte de la novela tiene momentos de introspección de cada personaje, ya que este trío destacará por una cosa que los une a todos, la desazón existencial. Cada uno con sus problemas, ya sea por el odio que empieza sentir por el borracho e inútil de su sargento, ya sea por lo pretencioso de un gaditano que se cree mejor agente, o ya sea por la soledad más abrumadora jamás sentida y la enorme pérdida del único ser querido que se tenía, un galgo asustadizo que tan solo quería correr en libertad. Se darán secuencias tremendas en los refugios y es una maravilla ver como los personajes se van hundiendo en su miseria poco a poco, despacio y sin forzar las cosas, dando un toque de realismo a toda la obra.
El final, sin que os lo cuente, será ese cierre de oro que necesita este libro, aquí los agentes ya estarán muy alejados uno del otro, hasta el extremo del odio visceral, Fernando solo podrá contar con una familia traidora que poco se preocupa de su situación si no es para sacar tajada, no olvidemos que estamos en Castilla y León y el carácter «asquerosillo» lo llevamos de serie en algunas cosas. Y ante semejante panorama tan solo queda hacer una cosa; «¡Correr!».
Si esta es la historia ahora os hablaré un poco del estilo del autor, primero decir a Santiago (espero que no se moleste por esto) lo conocí por el mundo musical en su grupo «La Belcho Band» y el carácter jocoso de sus letras y su particular puesta en escena era cojonuda y creo que eso afecta al libro en sí. La forma de escribir es clara, directa y sin adornos innecesarios, salvo cuando a alguno de los protas se le va la pinza, cosa que ocurre a menudo y les deja divagar en pensamientos enredados y sin sentido ninguno. Entonces si veremos un buen juego con el lenguaje, con giros de argumentos, dentro del pensamiento, y cierres extraños, pero es lo que hacemos todos al dejar nuestra mente libre. Otra cosa que sale a flote son las novelas clásicas de aventuras y como el protagonista las vas destrozando, escondiendo así las ideas del autor, comparándose por ejemplo con el archiconocido Señor Crusoe y su facilidad para sobrevivir o como el Señor Hanks, de ser un urbanita pasa a ser un genio de la vida en situaciones adversas, en la famosa película del balón.
Nos encontraremos además con un humor latente en toda la obra, pero en ocasiones rozará ese humor negro y ácido que nos hará sonreír porque no somos nosotros los que estamos perdidos en el monte, sin saber que hacer o como que frutas comer y evitar la descomposición.
Lo mejor de la novela es su facilidad de lectura y rapidez, al ir casi siempre al grano nos dejará en vilo tras cada pagina, en ocasiones por ver hasta que donde toca fondo la triada que nos guía en la historia, y otra por ver que ocurre, si se ven, se encuentran o se reconocen en el monte, aun teniéndose delante o habiéndose cruzado con la misma gente. Dando lugar a situaciones en las que el lector tendrá el corazón partido, entre Fer y los agentes, ya que no sabremos si callarnos para proteger al, lamentable, asesino o ayudar a la autoridad diciéndoles que la persona de la que están hablando es a quien buscan en realidad.
CONCLUSIÓN:
Una buena novela para pasar un buen rato, no creo que lleve más de una semana leerla, y en especial a los que les guste los parajes naturales y el senderismo, yo ahora mismo tengo en mente hacer la ruta de este peculiar fugitivo para ver de primera mano por donde ocurrió todo. También es muy recomendable para los que les guste los thrillers y el genero policíaco, pero ese que hacia Leslie Nielsen, que se tomaba muy en serio la sátira de lo serio y lo ridículo de la heroicidad de la gente de esas películas y novelas. Si buscáis algo ligero, pero con un peso emocional encubierto, no busquéis más.
ENTREVISTA A SANTIAGO CARABIAS
1- ¿Cómo surge la idea de «¡Corre!»?
La verdad es que no me acuerdo de cómo se me ocurrió, pero me apetecía contar una historia de un fugitivo en los Montes de Valsaín. Lo único que tenía claro era el principio; el hecho que le obliga a huir, su supervivencia en el monte y la persecución. El final lo cambié completamente en una de las correcciones. El otro día me dijo un amigo que el libro termina cuando me canso de escribir. No sé si eso quiere decir que es un final abierto, o si me estaba llamando vago. Supongo que lo segundo.
2- Los escenarios que nos presentan parecen todos reales, ¿lo son también los personajes? Aunque tenga los nombres cambiados claro…
Los escenarios son todos reales. Están en la sierra de Guadarrama, en la vertiente segoviana. Los personajes… ¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué si son qué? Supongo que el personaje más real es el protagonista, que por supuesto tiene muchas cosas mías: las malas. Egoísta, cobarde, inseguro, egocéntrico, vanidoso… Sí, amigos, así soy yo.
3- Algo que llama la atención son las alusiones a otras obras literarias, ¿a qué se debe?
Según lo iba escribiendo, iba comparando cómo se las arregla el protagonista huido, con las habilidades de otros supervivientes de libros de aventura. Fernando, que así se llama, va aprendiendo, pero muy poco. También es verdad que la acción se desarrolla en pocos días. No sé si todos podríamos sobrevivir en la naturaleza, o si es una capacidad que tuvimos como humanos pero que hemos perdido. Yo la he perdido fijo. Me dejan a mí en el campo solo y no duro ni diez minutos. Me come una vaca o algo.
4- ¿Qué planes para el futuro tienes?
Seguir siendo una estrella del rock and roll y publicar un libro de vez en cuando. Ahora mismo estoy esperando la liquidación de los derechos de autor de ¡Corre! y bueno, no sé si ir mirando yates o colchonetas hinchables. Me compraré algo caro porque no creo que tarden en llamarme para hacer una serie o una película. Supongo que querrán que yo sea el protagonista, también, y, claro, lo tendré que hacer… dejar el curro, ir a fiestas, entrar y salir de centros de rehabilitación y todo eso. Así, a grandes rasgos, esos son mis planes. Soy un tío muy normal.
BIOGRAFÍA Y REDES
En 2008 publicó Crimen en el barrio, en 2012, Colón nunca lo hizo (editorial Talentura) y en 2017, ¡Corre! (Baile del Sol).
lunes, 22 de enero de 2018
Entrevista
http://www.eldiario.es/murcia/entrevistas/Santiago-Carabias-escribir-ocupadas-triunfo_0_731777175.html
Santiago Carabias: “El simple hecho de escribir con las vidas tan ocupadas que tenemos es un triunfo”
Santiago Carabias
El escritor Santiago Carabias nos desvela el interior de su nevera
“¡Corre!” es la tercera novela del escritor y músico segoviano
José Miguel Vilar-Bou
21/01/2018 - 19:31h
“¡Corre!” (Baile del Sol) es la tercera novela del escritor segoviano Santiago Carabias tras “Crimen en el barrio” (2008) y “Colón nunca lo hizo” (2012). Dice que esta vez ha tratado de contar “una historia con un principio y un final” tras dos libros “muy locos”. Lo cierto es que no ha renunciado al humor absurdo en esta historia, que arranca con el asesinato de un concejal y que deriva en una persecución donde, como se anuncia en la contraportada, “el único que pasa un buen rato es el lector”. La llamada para esta entrevista le pilla pasando la ITV.
Puedo llamarte más tarde.
Qué va. Acabo de dar la documentación del coche. Me queda aquí un rato de la hostia.
Como quieras: “¡Corre!” arranca con un asesinato. Enseguida descubrimos que se trata de la venganza de un hombre cuyo galgo ha sido atropellado por la víctima. A primera vista parece humor, pero bien pensado…
El amor que se le tiene a un perro es un sentimiento… No quiero comparar los perros con los hijos, pero la realidad es que muchas personas lo viven igual. Vas al veterinario y ves las reacciones de la gente, lo que serían capaces de hacer por sus mascotas… Yo creo que sí se puede llegar al punto de matar por un perro.
Es también la historia de una persecución.
Sí, he puesto al personaje, un tío pacífico que nunca ha tenido problemas ni ha llamado la atención, en una situación extrema en que todo se va de las manos.
Tus novelas se caracterizan por el humor absurdo, pero en “¡Corre!” has tratado de “centrarte” un poco.
Yo siempre he escrito cosas un poco locas. Esta vez quería ver si era capaz de contar, digamos, una historia con un principio y un final, pero sin renunciar al humor.
Alguna crítica compara “Corre” con el cine español de los años 70.
En realidad creo que todo es muy variopinto en la historia. Luego cada cual encuentra sus referencias y no me parece mal. Al revés, me halaga. Sí es cierto que está la pareja de guardias civiles, que es una caricatura… Está todo muy sacado de quicio.
Eres abogado. ¿Qué te aporta tu profesión a la hora de escribir?
He escrito desde siempre, desde mucho antes de ser abogado. Sí me he dado cuenta con mi trabajo de que a cualquiera se le puede ir la cabeza en el momento menos pensado. Crees que tienes una vida completamente definida, un camino muy marcado, pero de pronto cualquier circunstancia, sea tu culpa o culpa de otros, hace que se vaya todo de las manos.
Nuestras vidas penden de un hilo.
Eso cada vez lo tengo más claro. A veces te agobias porque parece que no tienes más alternativas que trabajo, ocio, familia hipoteca y ya está, en el mejor de los casos. Pero resulta que en realidad eso es un equilibrio muy precario que se puede ir al garete fácilmente.
¿De donde sacas la inspiración para tus historias?
Suelo escribir sin ton ni son, sin saber adónde voy. Esta vez, con “¡Corre!”, sí he querido hacer algo que pudiese enganchar al lector, pero todo mi planteamiento era la historia de alguien que mata a alguien y que tiene que huir al bosque a esconderse. Más allá, ningún plan. Escribo lo que cada noche se me va ocurriendo.
En una biografía tuya se dice que desde niño mostraste “gran interés por diversas disciplinas que irías abandonando para centrarse en otras igual de efímeras pero todavía más inútiles”.
(Ríe) Eso es verdad: Hice cerveza, ahora soy apicultor, tengo abejas y eso que soy alérgico…
¿Es escribir una de esas disciplinas inútiles?
Sí, y cada vez veo que es más inútil (ríe).
Lo que nunca has dejado es la música. Llevas veinte años junto a Raúl Garzón en la Belcho Band.
Lo curioso es que ambos teníamos otros grupos y esto era una cosa más de humor, por reírnos, y al final la Belcho es lo que más ha durado.
Vuestros videoclips no tienen desperdicio.
A ver si hacemos alguno nuevo, por la excusa de tocar y hacer una buena fiesta. Tenemos algunos fans que nos han visto miles de veces y siguen viniendo. Es una locura.
¿Es un error tomarse la literatura demasiado en serio?
Para mí la literatura es muy importante, no ya como escritor, sino como lector. Podría vivir sin escribir perfectamente, pero sin leer… me jodería mucho. Pero tomárselo como que lo que estás haciendo es la hostia, pretender que sea más de lo que es… Eso es un error. Ojalá me lea todo el mundo y gane muchísimo dinero con mis libros, pero soy consciente de cómo va este tema y el simple hecho de lograr escribir es un triunfo para mí, con las vidas tan ocupadas que llevamos.
Bueno, suerte con la ITV.
A ver, estoy acojonado.
Santiago Carabias: “El simple hecho de escribir con las vidas tan ocupadas que tenemos es un triunfo”
Santiago Carabias
El escritor Santiago Carabias nos desvela el interior de su nevera
“¡Corre!” es la tercera novela del escritor y músico segoviano
José Miguel Vilar-Bou
21/01/2018 - 19:31h
“¡Corre!” (Baile del Sol) es la tercera novela del escritor segoviano Santiago Carabias tras “Crimen en el barrio” (2008) y “Colón nunca lo hizo” (2012). Dice que esta vez ha tratado de contar “una historia con un principio y un final” tras dos libros “muy locos”. Lo cierto es que no ha renunciado al humor absurdo en esta historia, que arranca con el asesinato de un concejal y que deriva en una persecución donde, como se anuncia en la contraportada, “el único que pasa un buen rato es el lector”. La llamada para esta entrevista le pilla pasando la ITV.
Puedo llamarte más tarde.
Qué va. Acabo de dar la documentación del coche. Me queda aquí un rato de la hostia.
Como quieras: “¡Corre!” arranca con un asesinato. Enseguida descubrimos que se trata de la venganza de un hombre cuyo galgo ha sido atropellado por la víctima. A primera vista parece humor, pero bien pensado…
El amor que se le tiene a un perro es un sentimiento… No quiero comparar los perros con los hijos, pero la realidad es que muchas personas lo viven igual. Vas al veterinario y ves las reacciones de la gente, lo que serían capaces de hacer por sus mascotas… Yo creo que sí se puede llegar al punto de matar por un perro.
Es también la historia de una persecución.
Sí, he puesto al personaje, un tío pacífico que nunca ha tenido problemas ni ha llamado la atención, en una situación extrema en que todo se va de las manos.
Tus novelas se caracterizan por el humor absurdo, pero en “¡Corre!” has tratado de “centrarte” un poco.
Yo siempre he escrito cosas un poco locas. Esta vez quería ver si era capaz de contar, digamos, una historia con un principio y un final, pero sin renunciar al humor.
Alguna crítica compara “Corre” con el cine español de los años 70.
En realidad creo que todo es muy variopinto en la historia. Luego cada cual encuentra sus referencias y no me parece mal. Al revés, me halaga. Sí es cierto que está la pareja de guardias civiles, que es una caricatura… Está todo muy sacado de quicio.
Eres abogado. ¿Qué te aporta tu profesión a la hora de escribir?
He escrito desde siempre, desde mucho antes de ser abogado. Sí me he dado cuenta con mi trabajo de que a cualquiera se le puede ir la cabeza en el momento menos pensado. Crees que tienes una vida completamente definida, un camino muy marcado, pero de pronto cualquier circunstancia, sea tu culpa o culpa de otros, hace que se vaya todo de las manos.
Nuestras vidas penden de un hilo.
Eso cada vez lo tengo más claro. A veces te agobias porque parece que no tienes más alternativas que trabajo, ocio, familia hipoteca y ya está, en el mejor de los casos. Pero resulta que en realidad eso es un equilibrio muy precario que se puede ir al garete fácilmente.
¿De donde sacas la inspiración para tus historias?
Suelo escribir sin ton ni son, sin saber adónde voy. Esta vez, con “¡Corre!”, sí he querido hacer algo que pudiese enganchar al lector, pero todo mi planteamiento era la historia de alguien que mata a alguien y que tiene que huir al bosque a esconderse. Más allá, ningún plan. Escribo lo que cada noche se me va ocurriendo.
En una biografía tuya se dice que desde niño mostraste “gran interés por diversas disciplinas que irías abandonando para centrarse en otras igual de efímeras pero todavía más inútiles”.
(Ríe) Eso es verdad: Hice cerveza, ahora soy apicultor, tengo abejas y eso que soy alérgico…
¿Es escribir una de esas disciplinas inútiles?
Sí, y cada vez veo que es más inútil (ríe).
Lo que nunca has dejado es la música. Llevas veinte años junto a Raúl Garzón en la Belcho Band.
Lo curioso es que ambos teníamos otros grupos y esto era una cosa más de humor, por reírnos, y al final la Belcho es lo que más ha durado.
Vuestros videoclips no tienen desperdicio.
A ver si hacemos alguno nuevo, por la excusa de tocar y hacer una buena fiesta. Tenemos algunos fans que nos han visto miles de veces y siguen viniendo. Es una locura.
¿Es un error tomarse la literatura demasiado en serio?
Para mí la literatura es muy importante, no ya como escritor, sino como lector. Podría vivir sin escribir perfectamente, pero sin leer… me jodería mucho. Pero tomárselo como que lo que estás haciendo es la hostia, pretender que sea más de lo que es… Eso es un error. Ojalá me lea todo el mundo y gane muchísimo dinero con mis libros, pero soy consciente de cómo va este tema y el simple hecho de lograr escribir es un triunfo para mí, con las vidas tan ocupadas que llevamos.
Bueno, suerte con la ITV.
A ver, estoy acojonado.
jueves, 2 de noviembre de 2017
Relato publicado en la revista Almiar
http://margencero.es/almiar/chozo-del-tio-blas/
Esta es la crónica de la última expedición que visitó la Cabaña y la Majada del Tío Blas (Montes de Valsaín, Segovia).
Hasta ahora, la Historia siempre ha atribuido mucho mérito a los primeros en alcanzar determinados lugares, pero la Naturaleza, por no mencionar, por sabido, el pasaje de la Biblia, ha equiparado en ocasiones a los últimos con los primeros. Por ejemplo, en el grupo amatorio que se forma en la reproducción de algunos insectos, la paternidad es del último macho que logra copular con la hembra. ¿Quién se acuerda del primero? Por este motivo, el macho que ha logrado el acoplamiento, trata por todos los medios de que ninguno más lo consiga. Aplicado al mundo de la aventura, esto significaría que podría haberme encontrado con montañeros armados tratando de evitar que consiguiera mi objetivo. Aun así, inicié mi camino.
La expedición estaba compuesta por mi perra y por mí mismo. Fuimos en coche hasta la Puerta de Cosíos, en la pared sur de los Jardines de La Granja, y aparcamos al final de la carretera. A partir de ahí, tomamos el camino, siguiendo el muro de los Jardines, hasta la Fuente de la Plata.
A aquellas alturas ya había tenido que parar para intentar bajar alguna pulsación y recuperarme de la asfixia que el inusitado esfuerzo, y algunos pensamientos tóxicos, me provocaron. El esfuerzo, por la novedad, y los pensamientos negativos, por la costumbre, fueron recibidos por mi cuerpo y por mi mente como parte de la aventura, así que continué. Mi perra me miraba pensando en cómo se arreglaría para sacar mi teléfono móvil de mi bolsillo y marcar el número de emergencias. A los pocos segundos, ya había resuelto el problema. Se olvidaría de mi móvil y optaría por devorar mi cadáver. Mi perra es muy lista. La hija de puta. Cada vez que me paraba a respirar un poco, empezaba a traerme palos para que se los tirara, en un absurdo alarde de fuerza. Esta noche no comes.
Al llegar a la esquina de la tapia de los Jardines, seguí unos metros la pared y continué por un camino que prometía todavía más pendiente. Caballos, vacas, un ternero recién nacido que se acercaba para ver bien la nueva especie que llegaba jadeando a su hábitat, y otros especimenes del reino animal. Había llevado mis prismáticos y pude ver, en un árbol, un ejemplar grisáceo, con el pecho rojo y un pequeño pico por nariz y boca. Creo que era un pájaro.
El camino terminó en la Fuente del Chotete. Allí llené mi cantimplora, y volví a mirar en mi mochila por si hubiera restos de alguna expedición pasada. Sin éxito. Conocía de sobra la ausencia de víveres, y aun así lo volví a comprobar. Al salir de casa, mi perra ya me lo había recriminado con la mirada:
—¿Al campo sin merienda? ¿Qué somos? ¿Runners?
Yo había pasado por alto aquel insulto, pero me sorprendió que mi perra me comparase con esa especie deportiva por la que lo único que siento es desprecio. Se podría pensar que ese desprecio es en realidad una forma de ocultar la envidia. ¿Envidia a qué? ¿A su fuerza de voluntad? ¿A su desapego? ¿A su capacidad para disfrutar sin necesitar prácticamente nada? No, no, es desprecio, no es envidia. Si fuera envidia, lo reconocería…
Desde el Chotete, seguí la pista hasta Dos Cabañas, un pequeño valle por el que discurre el Arroyo Carneros. Un paraje que me ha emocionado desde siempre. Incluso me he llegado a bañar en la poza que se forma pasado el puente de madera. Aunque reconozco que sólo me bañé para hacerme la foto. Soy un cretino.
Continué subiendo, dejando a mi derecha el río, sin cruzarlo todavía. Unos minutos más de ascensión, en los que estuve pensando en volverme durante cada uno de ellos, y llegué a un claro al final del cual continuaba el camino. No quise saber hacia dónde. La ambición y la arrogancia han llevado al traste a muchas expediciones. Preferí pecar de prudente, de vago, de gordo y de flojo, antes que andar un metro más por aquellas cuestas del demonio.
El Chozo se encontraba a la altura a la que yo me encontraba, pero al otro lado del río. Es una construcción de piedra, con unos corrales anejos. Pensé en pastores de épocas pasadas apilando aquellos pedrolos y comencé a sentir mareos. Me tuve que sentar, echar un trago de agua, volver a buscar en vano algo de comer y regañar a mi perra para que me dejase en paz con los putos palos.
Abrí la portezuela de la cabaña y asomé la cabeza. No, no es verdad. Abrí la portezuela y dejé que mi perra entrase la primera para advertirme de cualquier peligro. Ahora me siento culpable. Un momento… Ya. Ya se me ha pasado. En la cabaña no había nada. No es que esperase encontrarme con una bañera de hidromasaje, pero no sé… una chimenea… unos restos de una hoguera… no sé… algo. Pensé otra vez en los pastores. Resguardándose de las inclemencias del tiempo en aquella mísera chabola, tratando de dormir mientras sus rebaños se apiñaban en los corrales, ajenos a los depredadores, de cuya presencia, supongo que avisarían los mastines de los pastores, que también dormían fuera. Miré a mi perra:
—No te quejes tanto por haber ido de avanzadilla a la cabaña, hija, que como mucho podrías haberte encontrado con un ratón, no como los mastines que dormían por aquí, que tenían que enfrentarse a diario con lobos, osos y hasta tigres dientes de sable…
—Ya, ya, no me cuentes tu vida.
Mi perra es superdescarada.
Me tumbé un rato en la majada. Intenté disfrutar del momento, pero sin darme cuenta me puse a pensar en otras cosas como un gilipollas. Me levanté, me crujieron las rodillas e inicié el descenso repasando mentalmente la operación de menisco a la que tarde o temprano me tendré que someter. Estuve valorando realizar yo mismo la intervención. Parece ser que te meten un tubo con una cámara, y luego, lo demás, lo hacen todo por ordenador. De momento podría conseguir el tubo. Si encuentro la cámara y el ordenador, me opero.
La experiencia fue positiva. Las bondades del aire libre y el ejercicio físico podrían ser ciertas. Estoy pensando en repetirla. De momento la expedición que yo lideré —diga lo que diga la desagradecida de mi perra—, sigue siendo la última, de la que existe constancia, en llegar al Chozo del Tío Blas. Tengo la intención de mantener ese registro hasta que mi rodilla aguante. Cada vez que me entere de que alguien ha subido, volveré al lugar y os lo volveré a contar. Podría convertirme en un blanco fácil de burlas. Cada vez que me encuentre a alguien por la calle, a sabiendas de mi nuevo reto, me comentará que ha estado recientemente en el Chozo del Tío Blas; lo que me obligará a subir de nuevo, mientras el gracioso de turno, estará tan tranquilo en su sofá, descojonándose de risa. Correré el riesgo.
Esta es la crónica de la última expedición que visitó la Cabaña y la Majada del Tío Blas (Montes de Valsaín, Segovia).
Hasta ahora, la Historia siempre ha atribuido mucho mérito a los primeros en alcanzar determinados lugares, pero la Naturaleza, por no mencionar, por sabido, el pasaje de la Biblia, ha equiparado en ocasiones a los últimos con los primeros. Por ejemplo, en el grupo amatorio que se forma en la reproducción de algunos insectos, la paternidad es del último macho que logra copular con la hembra. ¿Quién se acuerda del primero? Por este motivo, el macho que ha logrado el acoplamiento, trata por todos los medios de que ninguno más lo consiga. Aplicado al mundo de la aventura, esto significaría que podría haberme encontrado con montañeros armados tratando de evitar que consiguiera mi objetivo. Aun así, inicié mi camino.
La expedición estaba compuesta por mi perra y por mí mismo. Fuimos en coche hasta la Puerta de Cosíos, en la pared sur de los Jardines de La Granja, y aparcamos al final de la carretera. A partir de ahí, tomamos el camino, siguiendo el muro de los Jardines, hasta la Fuente de la Plata.
A aquellas alturas ya había tenido que parar para intentar bajar alguna pulsación y recuperarme de la asfixia que el inusitado esfuerzo, y algunos pensamientos tóxicos, me provocaron. El esfuerzo, por la novedad, y los pensamientos negativos, por la costumbre, fueron recibidos por mi cuerpo y por mi mente como parte de la aventura, así que continué. Mi perra me miraba pensando en cómo se arreglaría para sacar mi teléfono móvil de mi bolsillo y marcar el número de emergencias. A los pocos segundos, ya había resuelto el problema. Se olvidaría de mi móvil y optaría por devorar mi cadáver. Mi perra es muy lista. La hija de puta. Cada vez que me paraba a respirar un poco, empezaba a traerme palos para que se los tirara, en un absurdo alarde de fuerza. Esta noche no comes.
Al llegar a la esquina de la tapia de los Jardines, seguí unos metros la pared y continué por un camino que prometía todavía más pendiente. Caballos, vacas, un ternero recién nacido que se acercaba para ver bien la nueva especie que llegaba jadeando a su hábitat, y otros especimenes del reino animal. Había llevado mis prismáticos y pude ver, en un árbol, un ejemplar grisáceo, con el pecho rojo y un pequeño pico por nariz y boca. Creo que era un pájaro.
El camino terminó en la Fuente del Chotete. Allí llené mi cantimplora, y volví a mirar en mi mochila por si hubiera restos de alguna expedición pasada. Sin éxito. Conocía de sobra la ausencia de víveres, y aun así lo volví a comprobar. Al salir de casa, mi perra ya me lo había recriminado con la mirada:
—¿Al campo sin merienda? ¿Qué somos? ¿Runners?
Yo había pasado por alto aquel insulto, pero me sorprendió que mi perra me comparase con esa especie deportiva por la que lo único que siento es desprecio. Se podría pensar que ese desprecio es en realidad una forma de ocultar la envidia. ¿Envidia a qué? ¿A su fuerza de voluntad? ¿A su desapego? ¿A su capacidad para disfrutar sin necesitar prácticamente nada? No, no, es desprecio, no es envidia. Si fuera envidia, lo reconocería…
Desde el Chotete, seguí la pista hasta Dos Cabañas, un pequeño valle por el que discurre el Arroyo Carneros. Un paraje que me ha emocionado desde siempre. Incluso me he llegado a bañar en la poza que se forma pasado el puente de madera. Aunque reconozco que sólo me bañé para hacerme la foto. Soy un cretino.
Continué subiendo, dejando a mi derecha el río, sin cruzarlo todavía. Unos minutos más de ascensión, en los que estuve pensando en volverme durante cada uno de ellos, y llegué a un claro al final del cual continuaba el camino. No quise saber hacia dónde. La ambición y la arrogancia han llevado al traste a muchas expediciones. Preferí pecar de prudente, de vago, de gordo y de flojo, antes que andar un metro más por aquellas cuestas del demonio.
El Chozo se encontraba a la altura a la que yo me encontraba, pero al otro lado del río. Es una construcción de piedra, con unos corrales anejos. Pensé en pastores de épocas pasadas apilando aquellos pedrolos y comencé a sentir mareos. Me tuve que sentar, echar un trago de agua, volver a buscar en vano algo de comer y regañar a mi perra para que me dejase en paz con los putos palos.
Abrí la portezuela de la cabaña y asomé la cabeza. No, no es verdad. Abrí la portezuela y dejé que mi perra entrase la primera para advertirme de cualquier peligro. Ahora me siento culpable. Un momento… Ya. Ya se me ha pasado. En la cabaña no había nada. No es que esperase encontrarme con una bañera de hidromasaje, pero no sé… una chimenea… unos restos de una hoguera… no sé… algo. Pensé otra vez en los pastores. Resguardándose de las inclemencias del tiempo en aquella mísera chabola, tratando de dormir mientras sus rebaños se apiñaban en los corrales, ajenos a los depredadores, de cuya presencia, supongo que avisarían los mastines de los pastores, que también dormían fuera. Miré a mi perra:
—No te quejes tanto por haber ido de avanzadilla a la cabaña, hija, que como mucho podrías haberte encontrado con un ratón, no como los mastines que dormían por aquí, que tenían que enfrentarse a diario con lobos, osos y hasta tigres dientes de sable…
—Ya, ya, no me cuentes tu vida.
Mi perra es superdescarada.
Me tumbé un rato en la majada. Intenté disfrutar del momento, pero sin darme cuenta me puse a pensar en otras cosas como un gilipollas. Me levanté, me crujieron las rodillas e inicié el descenso repasando mentalmente la operación de menisco a la que tarde o temprano me tendré que someter. Estuve valorando realizar yo mismo la intervención. Parece ser que te meten un tubo con una cámara, y luego, lo demás, lo hacen todo por ordenador. De momento podría conseguir el tubo. Si encuentro la cámara y el ordenador, me opero.
La experiencia fue positiva. Las bondades del aire libre y el ejercicio físico podrían ser ciertas. Estoy pensando en repetirla. De momento la expedición que yo lideré —diga lo que diga la desagradecida de mi perra—, sigue siendo la última, de la que existe constancia, en llegar al Chozo del Tío Blas. Tengo la intención de mantener ese registro hasta que mi rodilla aguante. Cada vez que me entere de que alguien ha subido, volveré al lugar y os lo volveré a contar. Podría convertirme en un blanco fácil de burlas. Cada vez que me encuentre a alguien por la calle, a sabiendas de mi nuevo reto, me comentará que ha estado recientemente en el Chozo del Tío Blas; lo que me obligará a subir de nuevo, mientras el gracioso de turno, estará tan tranquilo en su sofá, descojonándose de risa. Correré el riesgo.
viernes, 15 de septiembre de 2017
Reseña de ¡Corre!
http://acantiladosdepapel.blogspot.com.es/2017/09/corre-de-santiago-carabias-resena-n-816.html
¡Corre!, de Santiago Carabias (Reseña nº 816)
Santiago Carabias
¡CORRE!
Baile del Sol, 2017
Que Santiago Carabias tiene un humor especial y que lo plasma perfectamente en sus obras literarias, a nadie que lo haya leído le extrañará que lo reafirme así, de entrada. Que sus "locuras" te hacen pasar un agradable rato de lectura, tampoco.
Y que además es un experto en supervivencia en un medio hostil, ya no le extrañará a nadie que lea ¡CORRE!, y que descubra, por ejemplo, en qué consiste La apertura de la Ostra Gigante. En serio, de verdad, que lleven a Santiago a dirigir y protagonizar una serie semejante a Duo de Supervivientes, donde demostrará los conocimientos que posee en situaciones límites, como demuestra el personaje de su novela, Fernando García Calleja, llevado a lo más extremo por un ataque de ira al ver a su galgo Col atropellado por un Seat León.
Y ese ataque de ira provoca la muerte de un presunto corrupto concejal de un pequeño pueblo segoviano. Como consecuencia, toda la Policía Nacional, Policía Judicial y Guardia Civil se desplegan en busca del asesino, al que no se le ocurre otra cosa que "tirarse al monte" y en él demostrar lo que os he adelantado, su conocimiento el supervivencia extrema.
La sorpresa es que un duo de guardias civiles, el sargento Juan Herranz y el guardia civil Alfonso Huertas, quienes se lanzan a sobre la pista del presento asesino, siguiendo una corazonada, llegando a los límites de la inutilidad investigadora, lo que incrementa el toque cómico de esta aventura.
Ah, no nos olvidemos de otros personajes: el primo Jorge y el padre de éste, y padre adoptivo de Fernando, que tendrán un papel relevante en la caza y captura del fugitivo.
Leedlo, por favor, y reír.
PD: Muy interesante el apunte de Santiago Carabias respecto a que se han encontrado "señales inequívocas de que el oso cavernario convivió con el hombre en algún momento de la historia y de que, en algunos casos, ambas especies debieron cruzarse". Las Universidades deberían avanzar por este campo de investigación.
Francisco Javier Illán Vivas
¡Corre!, de Santiago Carabias (Reseña nº 816)
Santiago Carabias
¡CORRE!
Baile del Sol, 2017
Que Santiago Carabias tiene un humor especial y que lo plasma perfectamente en sus obras literarias, a nadie que lo haya leído le extrañará que lo reafirme así, de entrada. Que sus "locuras" te hacen pasar un agradable rato de lectura, tampoco.
Y que además es un experto en supervivencia en un medio hostil, ya no le extrañará a nadie que lea ¡CORRE!, y que descubra, por ejemplo, en qué consiste La apertura de la Ostra Gigante. En serio, de verdad, que lleven a Santiago a dirigir y protagonizar una serie semejante a Duo de Supervivientes, donde demostrará los conocimientos que posee en situaciones límites, como demuestra el personaje de su novela, Fernando García Calleja, llevado a lo más extremo por un ataque de ira al ver a su galgo Col atropellado por un Seat León.
Y ese ataque de ira provoca la muerte de un presunto corrupto concejal de un pequeño pueblo segoviano. Como consecuencia, toda la Policía Nacional, Policía Judicial y Guardia Civil se desplegan en busca del asesino, al que no se le ocurre otra cosa que "tirarse al monte" y en él demostrar lo que os he adelantado, su conocimiento el supervivencia extrema.
La sorpresa es que un duo de guardias civiles, el sargento Juan Herranz y el guardia civil Alfonso Huertas, quienes se lanzan a sobre la pista del presento asesino, siguiendo una corazonada, llegando a los límites de la inutilidad investigadora, lo que incrementa el toque cómico de esta aventura.
Ah, no nos olvidemos de otros personajes: el primo Jorge y el padre de éste, y padre adoptivo de Fernando, que tendrán un papel relevante en la caza y captura del fugitivo.
Leedlo, por favor, y reír.
PD: Muy interesante el apunte de Santiago Carabias respecto a que se han encontrado "señales inequívocas de que el oso cavernario convivió con el hombre en algún momento de la historia y de que, en algunos casos, ambas especies debieron cruzarse". Las Universidades deberían avanzar por este campo de investigación.
Francisco Javier Illán Vivas
viernes, 31 de marzo de 2017
¡Corre!
Ya está a la venta ¡Corre!
SINOPSIS:
Un pueblo cercano a una capital de provincia. Una pequeña urbanización al pie de la sierra. Un vecino conduce su coche demasiado deprisa. Un día, ese vecino atropella al perro de otro vecino y este, fuera de sí, comienza a golpear al conductor hasta que cae deslavazado a sus pies. Sin tiempo para pensar y sin saber si el conductor está vivo o muerto, el agresor huye al bosque. A partir de ahí, dos guardias civiles del cuartel del pueblo se interesan por el asunto más de lo que sus competencias y capacidades aconsejarían. Entre el fugitivo, que no es precisamente Robinson Crusoe; y los perseguidores, que de sabuesos tienen como mucho las ojeras y el parecido a una salchicha, se desarrolla una historia en la que el único que pasa un buen rato es el lector.
Enlace a página de la editorial:
SINOPSIS:
Un pueblo cercano a una capital de provincia. Una pequeña urbanización al pie de la sierra. Un vecino conduce su coche demasiado deprisa. Un día, ese vecino atropella al perro de otro vecino y este, fuera de sí, comienza a golpear al conductor hasta que cae deslavazado a sus pies. Sin tiempo para pensar y sin saber si el conductor está vivo o muerto, el agresor huye al bosque. A partir de ahí, dos guardias civiles del cuartel del pueblo se interesan por el asunto más de lo que sus competencias y capacidades aconsejarían. Entre el fugitivo, que no es precisamente Robinson Crusoe; y los perseguidores, que de sabuesos tienen como mucho las ojeras y el parecido a una salchicha, se desarrolla una historia en la que el único que pasa un buen rato es el lector.
Enlace a página de la editorial:
viernes, 10 de marzo de 2017
viernes, 16 de octubre de 2015
Hoy ha sido todavía peor
Alguien, ha salido de un establecimiento despidiéndose con un "chaíto".
Cuando se ha abierto la tierra y La Bestia ha emergido con violencia para enterrar al responsable en residuo digerido; otro alguien ha respondido al "chaíto" con un "Áaaaaadios" entonado con un do-si:
Entonces, La Bestia, desconcertada, ha comenzado a dudar entre los dos posibles objetivos y, siendo consciente de que no podría convertir en muladar a los dos a la vez, ha optado por una deposición tántrica que ha colapsado sus entrañas y la ha hecho explotar; muriendo, sí, pero proporcionando un castigo adecuado a quienes se despedían de manera tan desagradable.
Cuando se ha abierto la tierra y La Bestia ha emergido con violencia para enterrar al responsable en residuo digerido; otro alguien ha respondido al "chaíto" con un "Áaaaaadios" entonado con un do-si:
Entonces, La Bestia, desconcertada, ha comenzado a dudar entre los dos posibles objetivos y, siendo consciente de que no podría convertir en muladar a los dos a la vez, ha optado por una deposición tántrica que ha colapsado sus entrañas y la ha hecho explotar; muriendo, sí, pero proporcionando un castigo adecuado a quienes se despedían de manera tan desagradable.
jueves, 1 de octubre de 2015
Hoy, de nuevo, alguien se ha despedido de otro alguien con un "hastalueguito"
Acto seguido, se ha abierto la tierra, y de sus entrañas ha salido una bestia gigantesca, de cuyas entrañas, a su vez, ha salido una enorme catarata de heces que ha aplastado al emisor de la despedida disminuida.
viernes, 10 de abril de 2015
Me estoy terminando un libro de 800 páginas.
Y le han sobrado setecientas.
Si os ponéis muy pesados os digo cuál es.
Si os ponéis muy pesados os digo cuál es.
martes, 6 de enero de 2015
Cómo adelgazar poniéndote hasta los cojones de todo
En cuanto lo consiga os lo cuento chavales.
Etiquetas:
dieta revolucionaria,
Navidad todo el año,
nuevo régimen
viernes, 16 de mayo de 2014
Vaqueros ajustados
Vuelve por donde has venido, sátiro.
Bueno, mejor quédate, que igual al final hay algo.
Carril bici. Pantalones vaqueros. Ajustados. Por el modelo, y por el sistema de tallas incompatible con el sistema de barrigas. Mayo. Calor.
Metí el plato grande. Me lo podía permitir. En mi sentido de la marcha, el carril bici describe una ligera pendiente a favor. Para contrarrestar la cuesta abajo, Dios ha establecido que en ese tramo el viento siempre soplará de cara. Si las cosas se te ponen de cara, bien; pero si es el viento el que te sopla en la cara, y vas en bici, vas jodido.
Por el camino, además de tener que bajar plato, tuve que ver una especie de trifulca entre ciclistas. Un aficionado, completamente equipado y en forma, desaparecía veloz de la escena, y otros dos aficionados, a la bici, y por su pinta, a la birra y a los pinchos, insultaban al ciclista veloz mientras uno de ellos se levantaba del suelo.
-¿Qué ha pasado? -pregunté.
-¡Que le venía empujando! -me contestó el que se mantenía en pie, con la bici entre las piernas, en referencia a su compañero recién incorporado. Y añadió-:El viejo asqueroso ese... -esta vez en referencia al ciclista veloz, que, según deduje de las palabras de mi orondo interlocutor, tenía ya una cierta edad como para andar empujando a los demás ciclistas, por muy gordos y muy lentos que sean.
Seguí mi camino mirando aviésamente a cada ciclista veloz que me encontraba, y después, se acabó el carril bici y continué por la calzada, donde continué mirando mal e insultando a cada coche que pasaba demasiado cerca de mi aura. He llegado a mi destino sano, o tan sano como he salido de casa, que igual no es mucho, y salvo; pero dentro de un rato tengo que volver a ese camino plagado de injusticias, a esa franja sin ley que es el carril bici.
Deseadme suerte.
Bueno, mejor quédate, que igual al final hay algo.
Carril bici. Pantalones vaqueros. Ajustados. Por el modelo, y por el sistema de tallas incompatible con el sistema de barrigas. Mayo. Calor.
Metí el plato grande. Me lo podía permitir. En mi sentido de la marcha, el carril bici describe una ligera pendiente a favor. Para contrarrestar la cuesta abajo, Dios ha establecido que en ese tramo el viento siempre soplará de cara. Si las cosas se te ponen de cara, bien; pero si es el viento el que te sopla en la cara, y vas en bici, vas jodido.
Por el camino, además de tener que bajar plato, tuve que ver una especie de trifulca entre ciclistas. Un aficionado, completamente equipado y en forma, desaparecía veloz de la escena, y otros dos aficionados, a la bici, y por su pinta, a la birra y a los pinchos, insultaban al ciclista veloz mientras uno de ellos se levantaba del suelo.
-¿Qué ha pasado? -pregunté.
-¡Que le venía empujando! -me contestó el que se mantenía en pie, con la bici entre las piernas, en referencia a su compañero recién incorporado. Y añadió-:El viejo asqueroso ese... -esta vez en referencia al ciclista veloz, que, según deduje de las palabras de mi orondo interlocutor, tenía ya una cierta edad como para andar empujando a los demás ciclistas, por muy gordos y muy lentos que sean.
Seguí mi camino mirando aviésamente a cada ciclista veloz que me encontraba, y después, se acabó el carril bici y continué por la calzada, donde continué mirando mal e insultando a cada coche que pasaba demasiado cerca de mi aura. He llegado a mi destino sano, o tan sano como he salido de casa, que igual no es mucho, y salvo; pero dentro de un rato tengo que volver a ese camino plagado de injusticias, a esa franja sin ley que es el carril bici.
Deseadme suerte.
miércoles, 12 de marzo de 2014
Me han expulsado de un grupo de facebook
Lunes. 8:30 de la mañana. Me llaman al móvil. En ese momento estoy haciendo algo que requiere cierta puntería. Aún así, con la ridícula idea de que el teléfono suena porque alguien me va a dar una buena noticia, trato de contestar. Cuando estoy a punto de descolgar y decir: "¿A que no sabes qué tengo en la otra mano?", el teléfono modifica su anchura y se desliza de entre la pinza que forman mi pulgar y el resto de mis dedos. Cae. Está cayendo y lo estoy mirando mientras reprimo la actividad para la que en un principio necesité la otra mano. Cae y rebota en las rampas que conducen al pozo, y trato de capturar al pez que salta en el río, pero se escurre de nuevo y se sumerge en lo que ojalá hubiera sido agua.
A partir de ahí, se activa un protocolo de urgencia en el que se actúa y no se piensa. No me acuerdo si cuando recuperé el teléfono, accedí a mi primer impulso, que fue colocarlo bajo el grifo, o si directamente lo sequé con la toalla. Tampoco me acuerdo si después eché la toalla al cesto de la ropa sucia. Cuando llegue a casa lo hago. Bueno, hoy ya es miércoles y parece que no me he muerto, así que dejaremos la toalla balanceándose en su anilla, como un loro. Como un loro meado.
Al día siguiente tuve frente a frente a quien, aquel lunes, a las 8:30 de la madrugada, sintió la necesidad de hablar conmigo a través de unas ondas cancerígenas de radiofrecuencia.
Y fue entonces, cuando vi en su cara que el móvil había actuado en su nombre en aquel incidente.
De igual manera que cuando alguien termina una llamada y pasa la pantalla por su pecho creyendo limpiar el frontal del teléfono, pero restregando inconscientemente a su interlocutor por su cuerpo; así, quien me llamó aquel lunes, quiso bucear en lo que una vez estuvo en mi interior.
A partir de ahí, se activa un protocolo de urgencia en el que se actúa y no se piensa. No me acuerdo si cuando recuperé el teléfono, accedí a mi primer impulso, que fue colocarlo bajo el grifo, o si directamente lo sequé con la toalla. Tampoco me acuerdo si después eché la toalla al cesto de la ropa sucia. Cuando llegue a casa lo hago. Bueno, hoy ya es miércoles y parece que no me he muerto, así que dejaremos la toalla balanceándose en su anilla, como un loro. Como un loro meado.
Al día siguiente tuve frente a frente a quien, aquel lunes, a las 8:30 de la madrugada, sintió la necesidad de hablar conmigo a través de unas ondas cancerígenas de radiofrecuencia.
Y fue entonces, cuando vi en su cara que el móvil había actuado en su nombre en aquel incidente.
De igual manera que cuando alguien termina una llamada y pasa la pantalla por su pecho creyendo limpiar el frontal del teléfono, pero restregando inconscientemente a su interlocutor por su cuerpo; así, quien me llamó aquel lunes, quiso bucear en lo que una vez estuvo en mi interior.
jueves, 16 de enero de 2014
miércoles, 4 de diciembre de 2013
EL PREMIO HA SIDO DECLARADO DESIERTO
De las 120 obras presentadas, ninguna reúne la calidad necesaria para ser merecedora del premio, por lo que el jurado ha decidido repartirse la pasta y no andar leyendo folios encuadernados en espiral, que es un coñazo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)