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Poemario de ausencias (I)

Que llegue la noche, que llegue la noche… que su manto oscuro me proteja, Que su luna blanca amanse mis fieras, y mis aullidos de pena que ya no quiero pensarla, ni desearla. Que ya… Que ya me cansé de amarla.
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He vuelto a terapia. Y ella me dijo: “Sucede que a veces las parejas se van, pero llega un día, que una se queda”. Me gusto la frase. Mi parte romántica se engancho a ella. Pero no quiero que se convierta en un mantra. Es una frase peligrosa. Doble. Y… ¿Si no sucede? Porque puede pasar. Puede ocurrir, que esa persona nunca llegue, y entonces… ¿seré un ser incompleto siempre en busca de ella? No. Tan sólo tenemos el hoy. El aquí y el ahora. Ayer vi Chavela . Brutal. Espectacular. Salí herida de vida, y con hambre de vida, y de piel, y de besos, de viajes. Quiero que me toque la lotería. Un gran premio para que no tenga que ir a trabajar. No quiero autorealizarme en el trabajo. Ni conseguir éxito. No acabo de entender cómo la gente aún se cree ese discurso del trabajo, y la superación personal. Somos esclavos y nos tendríamos que rebelar. Alzar nuestra voz para ser libre. Para mí, no hay mayor éxito que hacer lo que quiero: disponer de mi tiempo. Elegir. Esc

Al final, todo pasa

Hoy me he levantado con miedo. Me faltaban las fuerzas, la energía, el aliento. Y he vuelto a pensar que me estaba invadiendo otra vez la anemia. Otra vez la palidez de las ilusiones y la languidez de la vida. Otra vez a ser una moribunda, limitada a caminar. Después he desayunado, y poco a poco he ido recuperándome, desentumeciendo los músculos para volar. Después el lavabo, y allí la mancha roja. El delito. El crimen. El sentido de todo. Y la sonrío. Y la insulto a la vez. Me he alegrado de volverla a ver. Después clase de spinning. Después la compra. El orden. Y el futuro. Porque en cada compra que hacemos creamos días, y buscamos en ella el porvenir. Unos aguacates para el desayuno para crear combustible. Para restaurar epitelios. Para que te de potencia para caminar y para conseguir los sueños. Y las nueces. Y el salmón. Y los tomates. Y la leche. Y la fruta. Y el verano llega. Nos acecha. La piel suda. Sudo como una cerda. Y mientras ando por casa, aún co

Palabras

Las palabras golpean con fuerza mis dedos. Con violencia. Quieren salir. Huyen de mí. Cinco años de cárcel. Cinco años con bozal. Cinco años mudas. Cinco años amputadas. Mutiladas. Cercenadas de vida. Tengo un torrente de palabras. Cabalgan en mí de manera salvaje. Y quieren salir. No las puedo detener. Y las escupo aquí. Quieren gritar que yo tengo anemia. Anemia de vida. Que estoy marchita de ilusiones. Huérfana de caricias. Quiero un salvoconducto al mar. Y a esa boca que aún no tiene nombre

Vuelvo

Vuelvo. Después de cinco años. Aquí estoy. Otra vez. En mi refugio. Volver a las letras. Y vuelvo, porque son mi bálsamo, mi lenitivo. Durante cinco años he huido de la vida. No me he encontrado. He vivido de paso. Siempre al borde del precipicio. De abrazos y besos agónicos sin futuros. He mentido. Y me he mentido.  Y me doy pena, por el tiempo perdido. Si naciera otra vez, si me dieran la oportunidad de volver a vivir, cambiaría cosas, pero ya no puedo. Es demasiado tarde. Ahora sólo puedo andar hacía adelante. Ahora estoy cerrada a cal y canto. Cerrada de ojos. Cerrada de corazón. Solo quiero estar con los míos. Escupo a los extraños. Insulto a los diferentes. Sólo quiero mi soledad. Embadurnarme de ella. Sé que pasará. Porque al final, todo pasa. ¿Cuándo? Lo ignoro. No quiero mendigar el amor. No quiero reclamarlo. No quiero. No quiero. No quiero. Quiero amor. Amor del bueno. Amor que te estruja Amor que te cuida Amor que te custodia en la enferme

Carta a J. (XIV)

Buenos días J. Llevo unos días atareada con la UOC, trabajos y más trabajos. Me sucede que cada día me cuesta más, que tengo que hacer más esfuerzos para concentrarme, que estoy una hora y ya después me distraigo. No siento que sea útil. No aprendo. Después tendré un título, ¿y? Sólo eso. Ahora lo que me interesa, y lo que me gustaría es tener tiempo para escribir en La Fábrica de sueños, y aprender más, y hacer cursos vivenciales, y salir a la vida, y ver mundo, porque aquí, en los libros, y en esta cuatro paredes, se aprende bien poco. Adquieres conocimientos, pero ya esta. No vives. No sientes. Pero ¿sabes? Estoy contenta. Contenta porque ahora tu madre te va a poder cuidar al 100x100, porque te podrá leer cuentos, e inventarse historias de villanos, de piratas, de enanos o monstruos. Porque lo necesita. Ahora ha llegado vuestro momento. A veces, en sus palabras, cuando nos escribimos, siento un aire de derrota, de que lo nuestro, es imposible, de que fue

Hoy me escribo a mi misma, y me recuerdo

Hoy sólo quiero eso. Sólo quiero eso.