I
Ella vive
en la
clausura de la segunda loma.
Observa el
cielo sin parpadear.
Todavía le
asombran
los negros demonios
que vuelan
a su
alrededor.
Escucha la
música antigua
de una
gramola oxidada
mientras siente
llegar a destiempo
la
nostalgia.
De niña
aprendió a buscar
respuestas
en los lugares simples:
atesoraba
preguntas
que
llegarían en la vejez.
A veces
añora
los juegos fraternales
persiguiendo
luces en una pared
y el olor a
leche de la madre
ya perdido
en el desierto
de un oasis
sin memoria.
Su desnudez
provoca
el rechazo
de las vírgenes,
las heridas
sangrientas
que nacieron
del averno.
La he mirado
en la distancia.
Me ha caído
entre los ojos
la pluma de
un ala rota.
Hoy resuena
el silencio
de todas las
voces del mundo.
II
Dentro de un
vientre vacío solo habita el polvo.
Se hicieron
trizas los retratos de los niños.
Las cenizas
duermen impávidas
cerca del
corazón.
Ella, que
vive en la clausura
de la
segunda loma,
adivina la
trampa de los relojes de arena.
¿Qué es
principio en una espiral cerrada?
¿Quién dio
la vuelta otra vez al reloj?
Las sombras que cruzan
por la ventana
juegan al escondite
inglés.
Se acercan sigilosas
cuando no las mira.
Teme darse la vuelta
y que vuelvan a
retroceder.
Un, dos, tres…
… el escondite inglés.