Imagen sacada de internet |
Era su
nombre un juguete en sus labios. Lo susurraba alargando las sílabas, se recreaba
con capricho en las vocales. Pronunciarlo como ella lo hacía…, nunca sonaba tan
bello si no era su voz quien lo invocaba convirtiéndolo en algo más que simples
letras hilvanadas.
Él la
provocaba diciendo que acabaría por desgastarlo y ella presa de cariño lo
repetía con osadía. Un ataque de cosquillas si lo gritaba, una guerra de
almohadas si lo musitaba. Y las mañanas de enero eran menos gélidas al calor de
su nombre.
Un olor, un
color, una patria, una bandera… su mundo entero si hace falta por volverlo a
oír tal y como ella lo voceaba. Las ausencias traen sorbitos con sabor a ayer.
El reloj juega a imitar el sonido de sus pasos acercándose, el repiqueteo de la
lluvia no logra borrar el eco de su voz y el crepitar del fuego enmudece si él
pregunta por ella.
Todavía escruta la puerta por la que se fue. Alarga la mano creyendo poder rozarle y en su lugar es la distancia la que envuelve su tacto. Cierra los ojos para
hacer la imagen más real, implora su nombre. Y en aras
de la locura que todo lo ocupa se adormece pensando que esta noche lo oirá.