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La arruga es bella, cada surco
tiene una historia y cada cana una leyenda. Déjame que te cuente mi historia,
Denisse.
La joven preguntó si esa noche no quería sus
servicios. El hombre, parecía más cansado de lo habitual, hablaba arrastrando
las palabras, los ojos se le entornaban y la mirada parecía perdida. Aun así su
voz sonaba nítida, fuerte, ordenándole que tomara asiento y sólo se dedicara
a escuchar sin hacer preguntas.
Jamás imaginó que quedaría atrapada desde las
primeras palabras. Creía que sería una historia más de las que cuentan los
hombres entrados en años, batallitas de su época de juventud o,
sencillamente, cómo dejó escapar a su gran amor.
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Mi primera víctima tenía 16 años,
yo sólo contaba con 12, pero en mi interior tenía muchos más. Era la mejor
amiga de mi hermana, me enamoré locamente, mi gran error fue declararle mis
sentimientos. Se rio cuando lo hice. Murió ahogada con su última frase: ¡niñato
insolente!
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La segunda victima -hizo una larga
pausa para recrearse en la palabra elegida que la describiría:- inteligente. Mi
profesora de latín. Su hermoso cuerpo visitó las ciudades más importantes de
Europa, lamento que no lo hiciese de una pieza. Denisse empezó a temer por su
vida. Ese temor no pasó desapercibido para el cliente. Le tranquilizó con una
sonrisa y una frase de aliento.
Una a una fue describiendo a sus victimas hasta un total
de ocho. Todas mujeres, amores no correspondidos. Nunca fue sospechoso, todo
estaba estudiado y jamás cometió un error. Frío y calculador. Se fue quedando
sin corazón hasta que la conoció a ella: Denisse.
Acababa de declararle un sentimiento, pero ella lo
recibió como si fuese su sentencia de muerte. Quiso levantarse para huir cuando
le informó de que esta vez era distinto, esta vez la víctima era él. Desde
hacía dos horas un veneno estaba trabajando en su organismo, iba paralizando su
cuerpo, ahora sólo podía hablar y mover los ojos, pero en quince minutos
alcanzaría su corazón y todo acabaría.
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Lo siento, amor. Amo tu juventud,
la frescura de tu cuerpo, la vida de tus ojos. Tu primavera llega tarde a mi otoño,
por eso tengo que poner fin a esta relación de sólo cliente. Todo está arreglado
para culparte de mi muerte, tú serás la única sospechosa, drogas, robo… eres
tan inocente, y yo, ya no sé lo que soy. No llores, si lo haces hazlo por mí,
no por ti. Miénteme al menos esta noche y dime que…
Calló la voz, los ojos se cerraron. Denisse comprobó
que todo había terminado, que la última noche no sólo había llegado para él, sino también para ella.
El legado: una pesadilla en vida para una pobre sin
alma.